viernes, 21 de diciembre de 2012

Desprendido

A FALTA DE fichas bancarias, el interés de la cosa se ha puesto sobre Caixa Ontinyent, cuyos actuales responsables parecen haber descubierto de repente lo diferente que resulta la existencia cuando los ojos de la opinión pública se fijan sobre ti con distanciamiento y cierta independencia. CAM y Bancaja nunca se preocuparon de asfixiar financieramente a la entidad que preside desde hace 12 años Rafael Soriano. Como confiesan en privado ex consejeros de ambas cajas, les hubiera bastado ampliar red y una agresiva campaña de depósitos para aniquilar la defensa competitiva de Caixa Ontinyent. No habría llegado la gloria de «Salvados»... En fin, no se consideró importante, o quizás no hubo motivo político para hacerlo.
El sainete que alguien habría querido representar en la caja de las comarcas centrales consistiría en propiciar la renovación de Soriano en la presidencia, algo posible gracias a una reforma estatutaria «ex profeso» aprobada en junio pasado que eliminó el límite temporal que existía hasta entonces, con la aquiesciencia de representantes de partidos de la oposición. Simple generosidad, por supuesto. Nada que ver con el hecho de que haya tres apellidos Soriano en el consejo de administración, órgano de 14 miembros que recibió en 2011 remuneraciones en concepto de dietas y asistencia por valor de 74.000 euros (11.000 el presidente); menos dinero, claro que sí, que los 109.000 euros que se repartieron los 20 consejeros de Bancaja en 2010 (5.285 euros de media frente a 5.450 euros, ¿proporcionalidad?). Ningún vínculo con el dato de las operaciones de crédito que mantenía a 31 de diciembre de 2011 el presidente con su caja, incluida una renovación de crédito por 70.000 euros. Y mucho menos tiene que ver con la textil Prima Decor.
No, Soriano repetiría por sentido de la responsabilidad, porque detrás de él, podría sobrevenir el caos. Y ya que no puede ser él, que se nombre a su vicepresidente de confianza, Antonio Carbonell, para que todo siga como siempre.
Así debió de exponérselo al presidente de la CEV, Salvador Navarro, en la reunión que mantuvieron ambos con Javier Aparicio, el empresario candidato a sucederle. O como explicó la propia Caixa Ontinyent en un impagable comunicado la semana pasada, porque «ha venido ejerciendo su cargo con notable y manifiesto éxito y, además, de forma desinteresada, con carácter honorífico y sin plantear en ningún momento retribución específica alguna por sus funciones y dedicación más allá de las dietas que percibe».
Si es que echaremos de menos esta forma mediterránea de ver la vida.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Última noche

LOS CRONISTAS la definieron como la gran noche de Patricia, pero sin saberlo era un estilo de hacer negocios y de enturbiar amistades el que vivía su última velada gloriosa. El castillo de arena empezaría a descomponerse en cuestión de semanas, pieza a pieza, hasta quedar en el irreconocible estado actual. El 6 de febrero de 2009, la Falla Convento Jerusalén celebró la exaltación de su fallera mayor, Patricia Esteban Martínez, esposa de un empresario vasco con fuertes raíces en la Comunidad Valenciana, Jesús Salazar, que acudió a la cita vestido de torrentí. Como mantenedor, un famoso de la economía nacional, el presidente de la CEOE y del Grupo Marsans, Gerardo Díaz Ferrán. Y entre el público, vips de relumbrón venidos de Madrid, desde el jefe de la Casa Real, Alberto Aza, hasta el ubicuo Arturo Fernández, o el todavía presidente de CajaSol (hoy Caixabank), Ángel Fernández. Amén de la crème de la crème local. Todos fabulosamente comandados por Jesús Barrachina, desde hace poco ex presidente de sus conocidas empresas de restauración, ahora dirigidas por su hijo. El resto de la historia es conocido: Salazar fue expulsado del Grupo Sos dos meses después y se pasea por la Audiencia Nacional, Díaz Ferrán protagoniza un escándalo judicial y Aza ya no está. En cuanto a muchos de los empresarios locales presentes... bla bla bla.
Quizás aquella podría señalarse, en efecto, como la fecha en que comenzó a desmontarse la gran mascarada en que vivió la Comunidad. Allí estaba Díaz Ferrán, que nunca tuvo feeling con los empresarios valencianos de la patronal, mientras el opaco Ángel de Cabo, forjaba silenciosamente su leyenda. Abogados concursales y jueces hablaban ya en tertulias privadas de la afinada técnica del liquidador. La cosa consistía en hacer el favor a un empresario desesperado quedándose su sociedad por una cantidad simbólica. «Tranquilo, pierdes la empresa, pero podrás dormir». Los verdaderos perdedores debían ser los acreedores y las plantillas. El liquidador se asignaba un salario descomunal —ah, amigos, ése era el quid del asunto— con el que mes a mes iba consumiendo la tesorería. Al cabo de un tiempo, la empresa quedaba despatrimonializada, sin nada aprovechable. Ahora surgen daños colaterales, como las generosas cuotas anuales que han abonado ya algunos apellidos conocidos, clientes habituales del gimnaso del Hotel La Calderona, acreedor de Romymar, hoy clausurado.
Y por si acaso: En el patronato de Feria Valencia no se hablará del Palacio de Congresos. «No está en el orden del día y no se va a plantear». Consigna.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Purga y lección

NO PODREMOS considerarnos una sociedad civilizada hasta que no purguemos la corrupción. Fuente de ineficiencia económica y desprecio a la productividad, además de expresión máxima de la bajeza moral. Las ruinas que cubren de polvo nuestra economía, bajo las cuales hay centenares de miles de ciudadanos sin empleo, son el eco podrido de las risas y el hedonismo perifrástico de unos pocos, en otros tiempos. Se les consintió, se les ayudó, se compartió pastel, se les aplaudió. Y atención empresarios a lo que viene, que esto sólo acaba de empezar. Excuse-moi.
Algunos sitúan la dimisión del conseller Vela, como la frontera más allá de la cual la lucha contra lo políticamente inaceptable se convierte en inaceptable en sí misma («¡si va salir absuelto en un 90%!»). Hay sensación de descontrol, se habla de jueces incapaces de resistir la presión mediática, fiscales con tendencia al exceso para no ser acusados de tibieza, imputaciones desmedidas («hasta por pedir trabajo para un familiar») y se pide al conseller de Justicia, Jorge Cabré, que ponga orden («¿no tiene contacto con la Fiscalía?»). La limpieza, se lamenta, ha distorsionado la relación entre poder político y económico, provoca parálisis.
Pero mientras 11 imputados sigan siendo diputados, para asombro de toda la sociedad, hay que aplicar la misma vara de medir que con los impagos: «¿Con qué credibilidad vamos a presentar políticas económicas si no hemos pagado?», decía alguien próximo al Consell. ¿Con qué autoridad moral se puede marcar límites a la lucha contra la corrupción si no se asumen responsabilidades? Vivimos, es cierto, en un equilibrio complicadísimo. Pero esta sensación de desconcierto forma parte del aprendizaje. Hay que aprender a ser sociedad civilizada para serlo de verdad.
Si no damos ese salto, lo mejor que nos puede pasar es que nos fagociten. Aún tenemos cosas que se valoran mucho fuera. El Sabadell ha vendido TUI y Terra Mítica, y tiene en el mercado Transmediterréa, Meliá, Natra, García Carrión y Hansa. Pero no toca Ribera Salud. Es significativo que sea una participada estratégica para Josep Oliu. Y el mismo trato podría recibir Aguas de Valencia de Caixabank.
Nos queda el entretenimiento de Caixa Ontinyent, con un empresario textil listo para ser presidente, Javier Aparicio, y un histórico, Rafael Soriano, que se resiste a dejarlo. Ambos tienen, ay, asuntos pendientes con la caja. Pugnas del interior que han llegado a Valencia, donde la patronal llegó a plantear una solución salomómica: presidencia honorífica y medio mandato más para Soriano. Y después Aparicio. Probablemente no haga falta. A Soriano sólo le queda una puerta, demasiado estrecha, casi ninguna.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Salvamento doble en aguas de Valencia

Por una operación como la compra del Banco de Valencia por parte de Caixabank, aprobada esta semana por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), en el mercado se paga entre un 5% y un 7%. Santander y BBVA lo han hecho en los últimos años (Bradford & Bingley y Guaranty Bank). La banca ha comprado históricamente depósitos para mejorar su balance y eso tiene un coste. Pero el precio esta vez ha sido llamativamente bajo: un euro.
En última instancia, la adjudicación va a suponer una inyección de 10.000 millones de euros en depósitos a la entidad que preside Isidro Fainé, además del trasvase de más de 350.000 clientes y 50.000 empresas. De la parte mala del banco valenciano, que tiene 22.000 millones en activos, ya se ocupa el Estado, con un esquema de protección de activos (EPA) descomunal y ayudas directas equivalentes a casi el 25% de los activos del Banco de Valencia, más del triple que lo otorgado a Sabadell para quedarse la CAM (7,5%) y a Bankia para sanearse (7,3%), y ocho veces más que lo requerido por BBVA para comprar Unnim (3,2%), como informó este diario. Y por si eso no fuera suficiente, Caixabank se queda la llave del control de Aguas de Valencia
La desproporción es tan evidente que el sector financiero no ha podido evitar hacerse una pregunta: ¿Estamos ante un simple regalo a Caixabank, o en realidad el Banco de Valencia constituye el teatro de operaciones de un plan más ambicioso, cuyo objetivo sería asegurar la viabilidad de la propia Caixabank?
Una lectura estricta de los resultados del test de estrés de Oliver Wyman conduce claramente a la primera de esas alternativas. Según las cifras proporcionadas a finales de septiembre pasado, la cartera crediticia de Caixabank ofrecía la mejor imagen de los grandes bancos españoles. Era la que menos sufría. Es más, en algunos aspectos tenía el doble de calidad que la de los gigantes, Santander y BBVA.
Incontestable, sí. Aunque en julio de 2011 la Autoridad Bancaria Europea (AEB) asignó a La Caixa unas pérdidas de 2.049 millones de euros en el peor escenario para el periodo 2011-2012 y de 1.903 millones a Banca Cívica. Ambas estaban entonces muy lejos de las expectativas para Santander (8.092 millones de beneficio) y BBVA (6.247 millones).
A pesar de eso, y del coste de comprar Banca Cívica (977 millones), Oliver Wyman dibujó en septiembre pasado un panorama mucho más positivo para Caixabank que para los gigantes. Según su informe, a la entidad de Fainé, le queda por sanear el 6,5% de su pérdida esperada, frente al 10,3% de Santander y el 10,4% de BBVA. Sólo están mejor que ella el Sabadell, que incorpora ya el EPA de la absorción de CAM, y Kutxabank, históricamente más solvente.
A juicio de Oliver Wyman, asimismo, en todos los capítulos analizados Caixabank ofrece un porcentaje de pérdida esperada inferior al de Santander y BBVA, es decir, su cartera crediticia es de más calidad. Todo un hito. El estudio considera en riesgo de pérdida el 37,6% del crédito promotor de Caixabank, frente al 40,9% de BBVA y el 44,2% de Santander; el 9,4% del crédito a empresas, muy por debajo del 14,8% de BBVA y el 11,7% de Santander; el 3,4% de las hipotecas, frente al 3,9% de BBVA y el 4,8% de Santander; y el 9,3% del crédito al consumo, menos de la mitad que BBVA (20,3%) y Santander (8,7%). ¿Es creíble?
De serlo, estamos ante un escenario envidiable, pese a que el volumen de exposición de la cartera crediticia de Caixabank es considerablemente superior al de sus competidores (243.962 millones, frente a 205.060 de BBVA y 213.583 de Santander).
De acuerdo con los datos de Oliver Wyman, en efecto, Caixabank era la mejor situada para quedarse el Banco de Valencia. Pero entonces, ¿por qué ha requerido y ha recibido un volumen de ayudas superior en 3,5 veces a las concedidas a Sabadell y Bankia y más de ocho veces por encima de las que recibió BBVA por quedarse un banco de tamaño similar?
Quizás todo sea más sencillo y la explicación esté en el grave deterioro de la entidad adquirida. En primavera, Isidro Fainé en persona analizó la operación Banco de Valencia y la rechazó, en efecto, por temor a los agujeros de gusano de su activo. Sociedades participadas que recibían créditos y prestaban o actuaban como avalistas de otras sociedades del banco. El rastreo daba vértigo. Así ha quedado patente en el trabajo de los técnicos enviados por Caixabank para estudiar la compra. «Son los que más tiempo han dedicado a estudiar las inversiones del banco», explican en el seno de la entidad adquirida.
Ahora ha trascendido la versión de que Fainé seguía reticente, pero formuló una carta a los Reyes Magos, que finalmente fue aceptada ante las fuertes presiones de Bruselas para dar una solución al Banco de Valencia o liquidarlo. Es una interpretación que encaja con la visión de Oliver Wyman.
En otras instancias se sitúa el foco también en la guerra accionarial en Aguas de Valencia.
Cuando se negoció la entrada de Suez Environement en el accionariado, el presidente del Banco de Valencia, José Luis Olivas, se reunió en Barcelona con Isidro Fainé, socio de Suez en Aguas de Barcelona (Agbar).
No faltan voces que advierten de que la relación entre Caixabank y Agbar no pasa por su mejor momento. La prueba sería la adjudicación a Acciona del emblemático contrato de Aguas del Ter-Llobregat, que suministra a 4,5 millones de personas del área de Barcelona, algo que no habría sucedido en teoría de haber intercedido Fainé a favor de su participada. La airada salida de Agbar del responsable de la operación, Leonard Carcolé, presidente de la Agencia Catalana del Agua, podría haber influido en el desenlace, así como la presunta proximidad del presidente de Agbar, Ángel Simón, al PSC.
Un divorcio entre Caixabank y Agbar añadiría intensidad al proceso que se abrirá en Aguas de Valencia, en efecto, pero fuentes solventes no dan credibilidad a ese supuesto. El equipo directivo de Agbar (propiedad de Suez al 75,3% y Caixabank, al 24,1%) está compuesto por profesionales procedentes de la entidad financiera; Simón no ofrece un pasado de entendimiento con Montilla; y Fainé no ha comulgado nunca con el proyecto soberanista de Artur Mas, lo que podría haber cerrado la vía política.
El futuro de Aguas de Valencia está marcado por la incertidumbre. Rita Barberá cumplió la palabra tantas veces dada en persona al presidente de la compañía, Eugenio Calabuig, y salió en defensa de una mayoría valenciana en el consejo de administración. Pero es previsible que el pacto que dé estabilidad a Aguas obligue a todas las partes a ceder. Es impensable que Caixabank acepte que Agbar siga fuera del consejo de Aguas de Valencia y es inconcebible que Barberá renuncie a un fuerte protagonismo valenciano en la compañía. Calabuig, que hasta ahora ha mantenido una estrategia maximalista, es el problema y la solución. Si no cede, no faltan candidatos a relevarle.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Valencianía frente a los números

Antes de analizar la compra del Banco de Valencia por Caixabank, conviene recordar las declaraciones posteriores a la fusión fría de Bancaja y Caja Madrid. En aquella ocasión, se aseguró que la valencianía de la caja estaba garantizada, así como su autonomía. Ahora, como entonces, se lanzan mensajes optimistas acerca de las opciones de que el Banco de Valencia permanezca como entidad independiente, con marca propia y centro de decisión. ¿Estamos como entonces, o no? Ésa es la clave.
Primera cifra para la reflexión: el volumen de ayudas concedidas a Caixabank para quedarse el Banco de Valencia. En medios financieros se considera descomunal y lo cierto es que no admite comparación: si los 5.249 millones otorgados a Sabadell para quedarse la CAM causaron estupor, al equivaler al 7,3% del volumen de activos de la caja alicantina (en torno a 72.000 millones); si los 23.000 millones solicitados por Bankia escandalizaron, pese a suponer el 7,2% de sus 320.000 millones en activos; ahora Caixabank recibe 4.500 millones para quedarse un Banco Valencia con 22.000 millones en activos, es decir, logra ayudas por el ¡20,45%!
Segundo dato: La experiencia dice que la integración de entidades financieras suele conllevar la pérdida de alrededor del 10% de los clientes de la adquirida. Según eso, acabar con la marca Banco de Valencia supondría pasar de los 400.000 clientes particulares y 50.000 empresas, según estimaciones del mercado, a 360.000 y 45.000 respectivamente. No está nada mal por un euro.
Y tercer dato: La Caixa tiene en la Comunidad unas 450 oficinas y el Banco de Valencia unas 250. Sobran las palabras.
Estamos, pues, ante un desafío enorme. Convencer a Caixabank de que mantenga una estructura que no necesita, incluida una plantilla a la que subir sueldos. La defensa de esa valencianía se ha convertido en un reto político y económico. Hay bazas que jugar, las hay.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Política industrial

DOS BARONES sectoriales han alzado la voz para pedir una política industrial de consenso. El primero fue Vicente Lafuente, del metal; tras él, Vicente Folgado, del mueble. Nuevos tiempos, nuevos protagonismos en un reparto de papeles cada vez mejor asumido por todos los líderes del empresariado, y que así sea. «Conocemos al actual secretario autonómico de Industria sí, pero de la época de Zaplana», dicen en privado. Se respira un clima espeso para trazar una estrategia conjunta, y convendría arreglarlo. Porque el fondo del problema no está (sólo) en los fondos, sino en la incomunicación. Y va más allá de la conselleria de Buch, que María José Catalá acumula ya dos planes de incentivos sin consultar a los destinatarios, y eso que, a tenor de los aplausos, son de los suyos... Bueno, ayer Fabra dijo que ya es hora de empezar a entenderse.
Cierto que no todos pueden dar lecciones. Para siempre quedará el mutis de una parte del mueble, y de algún dirigente de del comercio de Acomval, displicentes con un Ikea en Paterna, encomiásticos ahora tras conocerse que recala en Alfafar, en un suelo repleto de apellidos del sector. Bingo. En Ford, incertidumbre entre los proveedores a la espera de saber si se les compensará la pérdida de los volúmenes del C-Max, que seguro que sí, pero está por ver y hasta verano hay que aguantar bajo mínimos. Mientras, se ofrecen naves en los alrededores, en polígonos cubiertos de crisis... hay sitio para todos. Son cosas que convendría hablar en el Observatorio Industrial. O no. Que se aclaren. Con los sindicatos como interlocutores, quizás con rostros nuevos, que Paco Molina repetirá en CCOO, pero en UGT sigue la tensión, e Ismael Sáez, de MCA, ya ha hecho camino por Madrid, para sondear el relevo de Conrado Hernández, y todo bien.
Algunos desean la suerte de Buch, todo sea dicho. No han tardado ni unos días en aparecer en los cenáculos posibles alternativas a José Manuel Vela en Hacienda, tras el asunto de los papeles. Que si Alberto Fabra querría traerse a alguien de su equipo municipal en Castellón, que si desde Alicante intentarían colar el nombre de César Sánchez, de Calpe, ¿o era César Augusto Asencio, vicepresidente de la Diputación, sí, el de Salvados?
En fin, no será por falta de batallas. Ahora se va el secretario general de Cepyme, la patronal española de pymes, Gonzalo Garnica, y nos acordamos de que el presidente de Cierval, José Vicente González, dio su apoyo a Jesús Terciado a cambio de que un valenciano ocupara ese puesto, cosa que finalmente no sucedió. ¿Se lo volverá a reclamar?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Ley y cambio

AÚN NO HA llegado el día en que la Administración de Alberto Fabra y los empresarios hablen el mismo lenguaje, y ya va siendo hora. En una reunión reciente, un inversor se interesó por el edificio de la Generalitat en la avenida de Aragón, que ocupaba el Ayuntamiento y se alquilará a Hacienda. El precio: 30 millones de euros. Ingresos vía arrendamiento: un millón anual. Rentabilidad: 3% a 30 años. Cualquier empresario con liquidez entiende que ese es un planteamiento rácano en un entorno en el que hasta el Tesoro paga un 6% por sus letras. «Son cosas de Patrimonio», explican en otra sala del Consell. O de los abogados de los servicios jurídicos, trasunto de agentes aduaneros entre el amplio mundo de los sueños público-privados y la realidad de los estrechos pasillos administrativos, atascados como están en el sofoco de Dante: «corto es mi verbo, y no llega tampoco / a mi concepto». Contra su escollera se estrella cualquier forma de creatividad, ya sea para definir la futura Marina Real Juan Carlos I, ya para resolver el puzzle de la reestructuración del sector público.
Lo cual nos lleva al grave problema que representa en estos momentos una legislación inservible, anacrónica y endiabladamente garantista. Que el ‘aggiornamiento’ de la Administración autonómica tenga que ajustarse el corsé de una normativa aprobada hace 20 años, una de cuyas aportaciones nucleares fue convertir el proceso de subasta en la principal fórmula jurídicamente disponible, parece una licencia insostenible. Con difícil aceptación de opciones alternativas, como la constitución de sociedades con participación de capital privado, por ejemplo, es complicado crear un canal entre la Generalitat sedienta y el dinero embalsado en el mundo empresarial. Es tal el ‘gap’, que se comprende la impaciencia de empresas como Tissat, que saben que la Administración quiere salir de su capital, pero no cuándo, ni cómo. Y hay socios, y hay oportunidades, ¡y hay que moverse!
Aparecen en un entorno tan hostil signos de gestión pública caníbal, lo cual promete acontecimientos de lo más entretenidos. Pablo Landecho le pidió al secretario de Estado Antonio Beteta más negocio para incrementar los ingresos del Consorcio 2007, con la mirada puesta, como es natural, en el Puerto de Valencia que preside Rafael Aznar, tan elegante en sus formas, como firme en la defensa de sus predios. Y más si sale bien la jugada que su vicepresidente Juan Antonio Delgado ha empezado a cocinar en China. Entiéndase.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La cosa de ser

SE AGRADECE que el secretario general del Ministerio de Industria, Luis Valero, baje a saludarte mientras te entrevistas con el director general de Industria, Manuel Valle, en Madrid. Es una de las ventajas que tiene llamarse Máximo Buch y ser el único miembro del Consell que llegó procedente del sector privado. Lo cual supone un buen indicador para el nuevo Consell que los empresarios urgen al presidente Fabra (aunque, conseller, las formas son la esencia de la política, y hay que cuidarlas incluso en privado con los institutos tecnológicos).
Sí. En todas las quinielas aparece la titular de Turismo, Lola Johnson, a la que un histórico del sector desea suerte en su proyecto de conseguir una marca única para la Comunidad. «Después de debatir y debatir, hace años propuse esta: Crazy Coast, Costa de los Locos», dice un empresario turístico. Menudo papelón le dejó Francisco Camps, al pasar todo el negocio de los viajes del Consell a la filial de una gran cadena de distribución, la misma que ha ido cortando una a una con la mayoría de las Consellerias y que decidió dejar de trabajar con el Palau de les Arts, que los divos comen parné.
Así, ha trascendido que Fabra se toma en serio lo de la austeridad en sus viajes, que a ser posible nunca más de cuatro estrellas y tampoco pasa nada si es de tres. Y por lo general avión low cost. El AVE, ay, está poniendo a prueba a otros miembros del Consell, que un día sí en preferente y otro no. Pero la alcaldesa Rita Barberá siempre en business y en hotel de cinco estrellas, por supuesto.
Barberá, por cierto, ha demostrado quién manda en Feria Valencia, por si alguien tenía dudas. Un golpe en la mesa ante los empresarios, sí. Pero es un juego muy arriesgado, ojo. Hacerse acreedor de todo el poder no sólo implica, en efecto, el derecho a dirigir el voto en contra de la propia Feria en el asunto del Palacio de Congresos. Sino también el deber de asumir la gestión del equipo de Alberto Catalá. Que no se trata de pedir los derechos, pero no las obligaciones. Y eso quizás ya no resulta tan agradable.
Sobre todo si una se entera de que la Fiscalía solicitó al juez, y éste lo hizo en junio, que requiriera a la Feria el informe de auditoría de 2011 (entregado en julio) y, sobre todo, la justificación de por qué Catalá firmó tres contratos por encima de los 120.000 euros anuales, una cantidad para la que necesita el visto bueno del comité ejecutivo. La Feria asegura que en su respuesta demostró que tenía mandato del comité en dos casos y que en el tercero no era necesario. ¿Aceptará eso el juez, Rita?

viernes, 9 de noviembre de 2012

Llegar a la orilla

CÓMO SE PRESENTA el final de año. Se agotan los cartuchos para cumplir objetivos y eso no siempre eso va a ser posible. Que se lo digan a los abogados de los grandes despachos, a razón de 600.000 euros de exigencia de facturación para los asociados y de un millón para los socios, unas cifras que rozan lo quimérico en Valencia, ni siquiera para los fichajes de última hora, la cantera humeante de Garrigues, de Broseta para el sector público («Rosa Vidal dice que se va a Canal 9 porque tiene vocación de servicio público, que sí, aunque cobrará mucho menos; le han dado una fama de perro de presa que no le viene nada mal»). Y, claro, los precios no son los mismos, y los plazos de cobro tampoco, y las tarjetas de presentación vuelan, ziu, ziu, como pelotas de tenis, arte en el que ya se ha fajado, para frustación de sus competidores, el ex vicepresidente Vicente Rambla, en Cuatrecasas. Y ojo con las áreas de auditoría. Ahí está Deloitte, recuperándose del hachazo tras perder a sus principales clientes, cajas y Banco Valencia, y con ellos, las participadas.
Para llegar a fin de año con la mayor dignidad posible, los bancos se han lanzado a vender casas, que mejor en el mercado que en el banco malo. Y descubren que empieza a haber compradores. Una hora tardó BBVA en colocar nueve viviendas de 200 metros de los antiguos Juzgados al rebajarlas de 1,6 millones a 700.000 euros. Y así. Pero el grifo del crédito sigue cerrado y no todas las empresas tienen garantizado alcanzar a tiempo la orilla del 2013, en el que muchos empiezan a olfatear el cambio de aires. Ni siquiera firmas de prestigio tecnológico, como Celartia, en concurso de acreedores. Al productor de paneles fotovoltaicos Siliken, hay que desearle suerte para que logre evitarlo.
Normal que emerjan posiciones maximalistas. Un destacado dirigente patronal, comunicó por carta la semana pasada a la consellera Català que se negaba a asistir a la presentación de su web de empleo, simplemente porque su federación quizás se vea obligada a despedir gente. Al menos tuvo el detalle de explicar su ausencia, fue de cara. Pero su gesto puede provocar un fuerte debate. Es difícil entenderse con un Consell que tiene a cuatro miembros dedicados exclusivamente a cobrar todo aquello susceptible de ser cobrado. A partir de ahí, algunos aplauden los esfuerzos de Fabra y culpan a los diputados del PP, incluido González Pons, del desastre de los Presupuestos (aún queda el Senado, ¿no?); otros dan por rotos los lazos y amenazan con ir por libre. En esa tesitura, ¿qué dirigente empresarial tiene capacidad para imponer unidad?

Solos, pero

ESTAMOS BASTANTE SOLOS. Diría que completamente solos, pero quizás la imagen que mejor define la situación de la Comunidad Valenciana no sea la del aislamiento, sino la del exceso de observación. Como Juno, transformada en ternera por Ovidio en su Metamorfosis, vivimos bajo el exclavizante yugo de Argos, el dios de los cien ojos. «Rajoy no se fía de nadie», es la conclusión a la que han llegado los empresarios después del humillante trato en los Presupuestos. En lenguaje político contemporáneo, aquel mito antiguo recibiría el nombre de «intervención».
Sin acceso a los ministros. Sin valencianos, ni parientes, en los segundos niveles del Gobierno —desapercibida ha pasado la limpia por parte de Wert de lo poco que había, al relevar a Amparo Camarero y Dolores Calvo—. Sin nombres de peso en el Congreso de los Diputados: González Pons out, el resto de perfil (vaya fichaje el de Belén Juste) y hasta Martínez Pujalte, secretario que fue de la Cámara de Valencia, mirando a Murcia. Normal que se produzcan anécdotas sonrojantes como la de que los empresarios se enteren en internet de que se va a disolver Bancaja por decreto. Comprensible que la patronal de Valencia planee convocar a los diputados nacionales de todos los partidos para preguntarles a qué se dedican en Madrid.
Aunque hay algo más: sin concierto entre los dirigentes empresariales para propiciar reuniones con miembros del Ejecutivo central —Rodrigo Rato y Pedro Solbes recibieron en su despacho ministerial a Cierval y Cámaras en otros tiempos—.
Ese es nuestro delicado estado actual, náufragos en la corriente de tibia «mendacidad objetiva», en expresión de Walter Benjamin, que desconcierta al país y encabrita a la prima de riesgo.
En la fábula representada insuperablemente por Velázquez, Júpiter envía a su hijo Mercurio al rescate de Juno. Triunfa porque, en lugar de enfrentarse a Argos, le duerme con la música de un camarillo. Vence con inteligencia. He ahí la tarea colectiva en la que de forma irremediable estamos todos condenados a implicarnos. «Atraído por el arte de aquel nuevo sonido, le dijo: ‘Quien quiera que seas, podrías sentarte conmigo sobre esta roca’». Impensable recuperar la confianza del entorno de Rajoy sin una estrategia compartida y sin un liderazgo avalado. Motivo de reflexión profunda en el seno de un PP que debe reforzar al presidente, su líder, y no distraerse en personalismos. Y también en el mundo empresarial, donde AVE, Cierval y Cámaras parecen hablar en planos distintos, quizás a la espera de que Rosell y Teruel acudan al rescate. No habrá tal.

jueves, 18 de octubre de 2012

Equidistancia

QUIZÁS con su marcha a tierras británicas en septiembre, la ex secretaria autonómica de Territorio, Arancha Muñoz, se llevó el secreto de por qué no se ha abierto más la puerta al silencio positivo en la ley urbanística en la que tanto trabajó. Los empresarios andan molestos con la consellera Isabel Bonig por este asunto. En su opinión, tanto ella como el director de Urbanismo, Juan Giner, encargado ahora del tema, tendrían que copiar el texto de comunidades afines, y ya. Cuidado, la ley se sitúa en el epicentro del problema, la siguen de cerca promotores, constructores, ayuntamientos, bancos, tasadores, propietarios de terrenos... hasta Bruselas. El malestar ha difundido la especie de que al Consell no le gustaría instaurar el silencio positivo en algunos trámites porque supondría, bueno, en fin, tener que responder antes de tres meses. Y eso alguien como Muñoz, que desde Paisaje, en la etapa de Cotino, aburrió a tantas empresas con su pertinaz bloqueo de expedientes, no se lo podía permitir. Cosas de empresarios.
Colea, después de la semana de las dos fiestas nacionales, la cuestión de la posible pérdida de la mayoría absoluta del PP. Muchos apuestan a que la equidistancia política del presidente de Cierval, José Vicente González —«se preocupa más de la presidencia que de la organización», se oye por ahí—, se va a acentuar, con nuevos gestos hacia la oposición de izquierdas y menos aplausos a la Generalitat-PP. Una estrategia que le reforzaría en caso de cambio, pero le podría crear problemas para renovar si ganan los populares. ¿Injusto? Pocos recuerdan que, en otros tiempos, el representante de los empresarios en los actos del PSPV —tal que la conferencia del entonces comisario europeo Pedro Solbes—, solía ser el actual presidente de la CEV, Salvador Navarro, acompañado de su amigo, el ahora director de Feria Valencia, Enrique Soto, bien vistos ambos en Blanquerías. En fin, si no eres verso suelto, eres estratega.
En el lado sindical, crece un debate de interés general: ¿Interesa el modelo al que nos conduce la radical bipolaridad de la Administración, el duopolio sin otras voces de UGT y CCOO? No pagan la hipoteca, ¡ni el IBI! de sus sedes, a diferencia de pequeñas centrales como SI, USO y CSIF, que se subieron como aquéllos a la cresta de las ayudas públicas y se debaten ahora entre la respiración asistida o la liquidación. ¡4.950 euros recibió una de ellas del Consell el mes pasado! Sólo ganan a los grandes en algo: la FSP-UGT de Lozano se lamenta tras perder de 30 liberados; pero, ay, cuántos se habrían hecho del CSIF de haber sabido el trato que recibirían.

jueves, 4 de octubre de 2012

Barbacoa money

LA ECONOMÍA llega exánime a las puertas del rescate. Los Presupuestos de 2013 han caído como una losa sobre el enorme manto de empresarios que quieren dejar de ser ya empresarios para no perder su patrimonio personal, un fenómeno sociológico del máximo interés que merecería más sensibilidad de la Administración. Están hartos. Lo cual ha despertado el apetito de fondos y de competidores de otros países. La tecnología y, en la mayoría de los casos, la red comercial, están en el mercado a precio de ganga. «Hemos perdido lo más valioso, el capital humano», se lamentaba José Blasco, del mueble. Pero ¿cómo valorar empresas en pérdidas, sin ebitda? Imaginación al poder: una firma italiana de telecomunicaciones negocia quedarse una valenciana pagando varias veces el ¡ahorro! que eso le reportará en su desembarco en España. Puro saldo.
El lado positivo es que el dinero inversor empieza a otear el terreno. Un día son fondos mexicanos, otro una multinacional alemana, al siguiente un capital riesgo como Realza que despierta después de tres años de letargo... Las oportunidades son finitas, no conviene dormirse en los laureles, y algunos las cazan al vuelo. Sólo hay que estar ahí. Hace unos días, el fundador de Skype, Niklas Zennström, participó en una barbacoa privada en Las Ánimas del Puerto, con lo más exquisito de la Audi Valencia Cup: Alberto Roemmers, propietario de la primera farmacéutica de Lationoamérica; Andy Soriano, cuarta fortuna de Filipinas; Doug De Vos, hijo del dueño de los Orlando Magic de la NBA; o el armador Tony Buckingham. Zennström habló un buen rato con el conseller Máximo Buch y le trasladó que podría interesarle Valencia para una base de veleros.
Una idea más para el Consorcio que dirige Pablo Landecho y para Rita Barberá, que tiene en ese rinconcito del Puerto, y no en el Palacio de Congresos, el gran desafío de la legislatura. Valencia debe lanzar al mundo un mensaje de vanguardia, producir algo que entusiasme, el iPhone5 de las dársenas. Algo perdurable que ponga final a los ecos de la Copa América, cumpliendo el mandato de Picasso de que «acabar una obra es acabar con ella».
Mientras, los empresarios siguen buscando su sitio. Se habla ya de que Alberto Fabra prepare el terreno para lanzar en el futuro una de las dos fichas bancarias que quedan vivas: si la del Banco de Valencia no puede ser, Caixa Ontinyent es la única opción de tener una entidad autóctona... De lo que podemos despedirnos ya es de la marca Bancaja. Bankia ha decidido deshacerse de ella. Sus clientes aún la valoran, pero ahuyenta a los que no lo son.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Zorros y naranjas

CASI IMPERCEPTIBLE, la recolección de cítricos ha comenzado. Y lo ha hecho corroborando una de las máximas recientes del presidente de Mercadona, Juan Roig, la de que los españoles siguen sin ir a recoger naranja. Entre 40 y 50 euros al día, unos 900 al mes si respeta la lluvia, no resultan suficiente atractivo todavía, de modo que los nacionales continúan en minoría en las cuadrillas. En fin, nunca se había escuchado un lamento tan grave sobre el incierto destino de nuestros cítricos, una actividad económica en la que pudimos ser referente mundial, con mercado de futuros incluido, pero que no hemos sabido gestionar como proyecto colectivo y empieza a desaparecer del paisaje. ERE y concursos de acreedores ya no son un mal exclusivo de las cooperativas y se extienden también a los comercios privados. Parece ser el sino de esta Comunidad, vaya.
Aunque a veces algo se avanza. Las llamadas a una solución pactada en el asunto del Palacio de Congresos germinaron en un pleno de la Cámara de Comercio al que acudió, ¡un año después!, el gerente José Salinas (Morata debió avisar a Navarro). La reunión sirvió para medir la falta de coherencia entre las esferas privada y pública de algunos, y ofreció altavoz al bravo Vicente Blasco, que proclamó: «ni un céntimo público» para ampliar un recinto vacío... ¡más del 80% del año! (¿no lo sabían? Hagan cuentas). Viejo zorro, Alfonso Grau, quiso darle pátina institucional al tema un día después, que es lo mismo que decir que se hizo la foto, pero se tuvo que tragar el aval. Eso es mucho más de lo que hasta hace poco hubiera consentido Rita Barberá.
El tema ha permitido visualizar los estilos y funciones de la posible alianza Cámara-CEV. José Vicente Morata y Salvador Navarro, asesorados por segundos espadas casi siempre comunes, deben coincidir en lanzar el mismo mensaje: no estarán callados, pero sin bravuconadas. Se hablará con argumentos y si hay que pactar, se pactará. Interesante este polo común en un momento en que sus hermanos mayores, CEOE y Consejo Superior de Cámaras, amagan con una batalla de altura. Resulta que los patronos se enteraron de que el Gobierno reformará la Ley de Cámaras para darles la gestión de servicios públicos. Lo que se conoce como modelo continental. Algunos en CEOE alzaron la voz, pero se han encontrado con que personajes como Arturo Fernández son presidentes de patronal y Cámara de Madrid. O sea, que el lío está montado. ¿Reforzará esta prueba aún más a los empresarios valencianos?

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ingreso colectivo

UN EX DIRIGENTE empresarial se sinceraba en privado: «Sólo cuando uno asciende a un cargo de responsabilidad se da cuenta de lo mucho que no puede decir en público por el bien de la organización». Y así llevamos tres décadas. Sólo que, sin dinero líquido que gastar, se devalúa la tinta del boletín oficial y se revaloriza la figura del político pactista. Porque la gran tarea por delante es colectiva. Consiste en generar ingresos. En Hábitat, Fabra vio de primera mano los resultados de las empresas que se plantearon esa cuestión a tiempo y están internacionalizadas. Ahora le toca a él.
Hay quienes se aferran, no obstante, a la soledad egregia y parecen resistirse a los nuevos tiempos, a un mundo que exige capacidad de asociación. Ahí está Rita Barberá, asida todavía a la victoria antigua del rodillo. El PP municipal (la Generalitat lo rechaza) insiste en su ampliación del Palacio de Congresos de 24 millones contra el criterio, si no explícito, sí confeso, de casi toda la oposición (a Calabuig, del PSPV, no le entienden ni en su partido) y de las organizaciones empresariales. Cuatro datos del consorcio en 2011: beneficio contable, 20.000 euros; 105.000 euros en tesorería; 2,21 millones de ingresos de su actividad típica; y 2,4 millones de fondos propios. Natural que lleve meses negociando con la banca.
Será interesante ver, en la otra orilla, cómo recompone el Consell el diálogo social con unas patronales en busca de identidad, y unos sindicatos en desbandada. Otro ERE de más de 30 trabajadores de UGT en agosto pasado, y los despidos se acercan cada vez más al centenar en año y medio. Todo ello ha acerado el tradicional escepticismo de su secretario general, Conrado Hernández.
Y tenemos por delante el gran asunto de los centros de formación, algo más que academias de oficios potenciadas en los días de las vacas gordas, convertidas ahora en un problema inmobiliario de primer nivel. Es conocido el via crucis de los empresarios del metal en Alicante, pero la anécdota sucede en Valencia, en UGT. Resulta que, en los tiempos de Rafael Recuenco, la federación díscola, la FSP, se negó a compartir el amplio centro de formación de Almàssera. Y como había dinero y la difunta Bancaja estaba dispuesta a lo que hiciera falta, se montó uno alternativo en la avenida del Puerto. Dicen en la actual Bankia, que el edificio lo puede perder, aunque Luis Lozano es categórico: sólo gestiona ayudas de formación estatales y está al corriente de los pagos. ¿Cuál caerá antes?

jueves, 13 de septiembre de 2012

Dumping casero

ESTÁ CLARO que la crisis ha examinado la capacidad real de nuestros gestores públicos, y que no en todos los casos se ha demostrado que la fama de los días de vino y tracas rebrota incólume cuando lo único que queda es un erial. Esta atonía que vuelve locos a los abogados. «Nosotros ganamos si pasan cosas, tanto si le va mal al resto, como si le va bien, pero lo que no soportamos es esta agónica atonía», dicen en privado.
La alcaldesa Rita Barberá es una de las que peor lleva la reválida, para qué vamos a negarlo. No se trata simplemente de que fuera incapaz de ocultar su indignación, hasta hacerla evidente ante todos los que la rodeaban, ya fueran del ambito social, cultural o económico, durante las protestas ciudadanas de las últimas cremàs. «Tranquila, alcaldesa, no te sofoques, son cuatro gatos», le tuvo que decir alguno. Ni de que se olvide ya de disimular esa tendencia suya a dar la espalda en público a Fabra.
El infalible olfato político que la caracterizó durante décadas comienza a fallarle. Cómo si no explicar que desconozca, ni siquiera intuya, que destacados miembros del Consell y dirigentes empresariales ven descabellado ampliar en estos momentos el Palacio de Congresos, una inversión de 24 millones con aval de la segunda ciudad española con mayor deuda por habitante.
La cuerda ya estaba tensa el día que la propia Feria Valencia pidió en privado a la alcaldesa que, bueno, si puede ser, se la incluyera institución en los folletos de promoción municipales. ¿Por qué no estaba? Cosas de la vida. Quizás resulta que faltaba una gestión más independiente del Valencia Convention Bureau.
Al comité ejecutivo ferial le consume la idea de que pese a que su recinto aspira al 2% del negocio de congresos, el de más de 2.000 asistentes, el Palacio de José Salinas, que copa el 98% restante, quiere ampliarse para arañárselo. Y, sobre todo, escama a los empresarios que la cosa ésta de sacar partido a todo lo que se construyó sin saber cómo se iba a rentabilizar haya desembocado en una especie de dumping arquitectónico, con una Ciudad de las Artes, un Ágora y hasta un Puerto regalando espacios (robando clientes a la Feria, incluso) para la celebración de eventos.
Sí, alcaldesa, los empresarios saben y hablan, y el Consell les empieza a dar la razón. No todo es quejarse por el retraso en el cobro de subvenciones, un mantra éste, por otra parte, que empieza a cansar a la sociedad civil.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Fouché en Bancaja

QUIZÁS no se crea la profecía maya del fin del mundo, lo cual no hace más que confirmar que usted está en su sano juicio, pero hay una fecha marcada en el calendario del Consell que se le parece mucho. Y en esa vaya si puede creer. Es el 12 de septiembre. Ese día el tiempo se detendrá, Europa vivirá el vértigo del jarrón de porcelana en equilibrio al borde de la mesa... el Tribunal Constitucional de Alemania decidirá sobre el fondo de rescate permanente, el MEDE. «Si se opone, se acabó todo, volvemos a la peseta», dice en privado un miembro del Consell. Si da el visto bueno, el grünes Licht, o como quiera que se traduzca eso en alemán, «la solución comenzará». Apunten, pues, la fecha. La moneda está en el aire y el Consell tiene sus fichas sobre el tablero. A Vela no le queda otra.
A día de hoy son más los motivos para ser optimista y, aunque no conviene fiarse, se puede trabajar en el día después, como si fuéramos a salir de esta, vaya. Y ahí está la fundación especial Bancaja, preparándose para nacer. En ello están más o menos explícitamente el conseller Buch, el presidente José María Mas y un invitado insospechado, el ex secretario de la caja, un auténtico Fouché a la valenciana, alguien capaz de mantenerse en el cargo por encima de presidentes y familias políticas: Vicente Palacios. Su ascendencia natural socialista quedó clara en la cena con la que celebró su jubilación en agosto pasado, a la que asistió lo más granado del PSPV en Bancaja, actual y pasado. Pese a ello y pese a que algunos le instaron a que no lo mantuviera, ni José Luis Olivas se decidió a relevarle del puesto. Palacios se va de Bancaja, pero reaparece en la Fundación, a cuyo patronato se incorpora no por el turno extraordinario de empleados (¡está jubilado!), sino por el que le corresponde a la Generalitat. Porque sí, el propio PP le ha propuesto, engrandando así la dimensión del mito.
Y en estas que el presidente de la patronal autonómica, José Vicente González, se presenta en un acto del PSPV. No gustó nada al Consell en pleno inicio del reparto de fondos pendientes (las federaciones sectoriales no ocultan su malestar: ¿por qué cobra antes Cierval?), pero son otros tiempos. La lectura realmente útil es conocer los nuevos puentes de Ximo Puig con el mundo empresarial. Una sorpresa: Arcadi España, economista, fontanero de Carcaixent, ex jefe de gabinete del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, fajado en Madrid con el impulso de Enrique Guerrero. En ascendente.

viernes, 31 de agosto de 2012

Reconstrucción

CAMINAMOS sobre cenizas, pero al menos, o quizás forzosamente, caminamos. El primer mes de agosto tranquilo desde el de 2006 insuflará seguramente algo de serenidad a una economía que, con gloriosas y deslumbrantes excepciones, puede al fin observar con calma las ruinas y afrontar el reto de su refundación. Qué queremos ser, es la gran pregunta que debe hacerse a partir de ahora la Comunidad Valenciana, mucho de cuyo territorio más valioso va a acabar en cuestión de días centrifugado a ese banco malo incógnito, que se quedará activos de la banca, pero ¿también al personal que se dedicaba a gestionarlos, que es lo que inquieta a muchos buenos profesionales a día de hoy?
Bankia parece haber marcado la senda, al comunicar elegantemente por carta, en julio, sin más explicaciones, el cese en sus cargos a la cúpula que fue de Bancaja Habitat, incluido el aún consejero de la caja, Ángel Villanueva. A partir de ahora, la entidad de Goirigolzarri se sentará en los consejos de administración de las 200 sociedades, ¡200!, que comparte con empresarios locales, por decirlo suavemente... con otra cara.
Porque la clave es si la reconstrucción por venir surge de nuestras entrañas o nos viene dada, como casi siempre. De esto saben bien los empresarios alicantinos, que están comprobando cómo también el Sabadell implanta a toda prisa en el territorio CAM su modelo profesional de banca. A Alicante se ha ido su hasta ahora hombre fuerte en Valencia para la gestión de activos, José Bononat, a regir las cuatro provincias en las que se ha dividido ese territorio  a esos efectos —una de ellas, Benidorm, ella solita bien vale una UGA—, a acabar con esa forma de entender las relaciones con los promotores que a tantos malentendidos ha conducido: «no, quien manda no eres tú, soy yo». Malditos pronombres.
En los despachos valencianos, pónganle la actividad liberal que quieran, desde dentistas, a concursales, laboralistas, consultores, lo que quieran, sigue la inquietud por la ola de canibalismo en el que están inmersos. También los notarios. Hay quien gana, como Carlos Pascual —fedatario público en las juntas de Bankia y Banco de Valencia—, que vive su mejor año desde 2007, con un crecimiento de actividad del 33%, ya que la cuestión es que la crisis está provocando la concentración del negocio en menos despachos. Otros pierden, tal que los colegas que han tenido que salvar ya in extremis varios concursos necesarios.

sábado, 25 de agosto de 2012

El cenobio


DEL CAMBIO de coordenadas en esto de la crisis da cuenta el tránsito efectuado en los últimos meses desde un estadio de partida basado en el imprescindible cálculo del agujero en el sistema financiero y en las cuentas públicas (fijar el dato definitivamente supondría más del 50% de la solución), hasta un nuevo estadio de depuración y castigo a los responsables de ese desaguisado, tarea ésta que nos está sirviendo para certificar la bajeza moral de un porcentaje inasumible de nuestra casta política y de muchos de sus amiguetes y la familia qué tal.
Las consecuencias se conocerán en los próximos meses, que ya está bien y vamos a poner esto en marcha de una vez por todas. Habrá rescates más o menos suavizados y habrá penas de cárcel, ese es el mínimo a partir del cual construir el futuro. Lo difícil será liderar el cambio cultural y la regeneración que necesita esta sociedad, algo para lo que no faltan escépticos. Por poner un ejemplo reciente: es comprensible la indignación de Sánchez Gordillo y sus 'gorillas', su hartazgo (el de todos) está justificado, su modelo cooperativo funciona, dentro de lo que puede funcionar un modelo cooperativo como el de este personaje, y proclamo: no os quedéis en la anécdota del fantoche, escuchad el latir de fondo, el monumental cabreo de una sociedad cansada de sinvergüenzas, no minusvaloréis el fenómeno. Dicho esto, ni Sánchez Gordillo está legitimado para decidir quién tiene que ser el pagano de su indignación, ni es de sentido común que sea precisamente Mercadona... ¡Mercadona! De risa. Tipical spanish. Atacar a Mercadona es el ludismo del siglo XXI, ¡venga ya!, ¡si acaso continúen su bronca destruyendo fibra óptica para aniquilar a Facebook!
Se temen las consecuencias de la depuración que está por venir, y en esto aparece la operación del Valencia CF y la financiación de Bankia para terminar el nuevo Mestalla. Un acuerdo con mucho más cálculo estético que financiero, pensado para valencianizar a Rato, con el que se han encontrado Goirigolzarri y el cenobio europeo que debe inyectar 23.000 millones al banco. De momento, la UTE constructora, FCC y Bertolín, no sabe nada del dinero, lo cual complica mucho que los trabajos empiecen en septiembre. Sí es cierto que han recompuesto plantilla y están llamando a proveedores para elaborar un nuevo presupuesto más económico. Ellos, y otros gigantes de la construcción dispuestos a presentar una factura alternativa. La indemnización por incumplimiento de contrato, la clave.

Líderes y sectores


LLEGARÁN LOS PAGOS, pero las subvenciones no volverán en un tiempo. Las organizaciones empresariales, como los proveedores, recibirán lo que se les adeuda y obtendrán el alivio financiero que necesitan para abordar su verdadero gran desafío: redefinir su papel y reposicionar los liderazgos. A nadie se le oculta que el actual equilibrio de patronales, cámaras y lobbies forma parte del pasado y que su viabilidad está condicionada al descubrimiento del nuevo rol de cada uno.
No va a ser tarea fácil. Por un lado, la crisis de la construcción y el sector inmobiliario ha concentrado el poder y ha dirigido la estrategia de las organizaciones en torno al sector industrial, el mejor indicativo del grado de desarrollo de una sociedad, pero también el más amenazado por las transformaciones asociadas a la globalización. Fue Steve Jobs quien le dijo Obama que la mano de obra industrial desplazada al Sudeste asiático "no va a volver". Lo cual que en algunos ámbitos del empresariado se apuesta abiertamente por especializarse en determinados servicios, primero, y consolidar un tejido industrial a su alrededor, después. Un debate que tendrán que afrontar sectores como el metal o el mueble, todavía enormemente influyentes en patronales y cámaras.
Por otro lado, está la cuestión de los liderazgos. Asistimos al ocaso de la generación de los fundadores, pero resulta que a sus sucesores no les parece demasiado sexy lo del asociacionismo. Ojo con el fenómeno. A directivos jóvenes, muchos de ellos con estudios en universidades norteamericanas o británicas, con contactos internacionales, en sectores de alto contenido tecnológico, con acceso directo a altos cargos de la Administración, indiferentes a la política de subvenciones, no les provocan excesivo asambleas, juntas directivas, comités ejecutivos o plenos. Son los referentes del cambio cultural que se avecina. Hay que involucrarles en el destino de la Comunidad.
Y por último, quizás sea el momento de replantearse la propia estructura del asociacionismo empresarial, por sectores y territorios cerrados, más representativa del último tercio del pasado siglo. La economía se ha vuelto híbrida, se divierte contaminando a unos sectores con otros. Eso debe reflejarse en un sistema de representación reticular, heterodoxo, desjerarquizado, colaborativo. Hasta entonces, será difícil obviar la sospecha de que el principal motor de cada cual es la supervivencia de su patronal, por encima del conjunto.

Invite a vermú


DIRÍA QUE desde que comenzó la crisis vengo repitiendo el mismo lema: en tiempos de recursos escasos, la economía necesita de la clase política todo aquello que el dinero no puede comprar, es decir, talento y esfuerzo. No hace falta que les diga el escaso predicamento que tienen afirmaciones de este tipo en un stablishment público acostumbrado a no adoptar decisiones salvo que a) existan fondos disponibles; o b) cuenten con el aval de una consultora de reputado prestigio (fascinante que el futuro de los institutos tecnológicos se vaya a dirimir aplicando este segundo método). Antes que adentrarse por la senda incierta de la oportunidad, nuestros políticos prefieren abrasarse en el brillante mediodía del desconsuelo. "Es que no hay dinero para nada", suelen decir.
¿Para nada? Al menos lo habrá para invitar a un vermú a alguno de los cerebros valencianos que se han hecho un hueco en el mundo global y pueden aportar soluciones, abrir nuevos horizontes o facilitar relaciones (networking) a una Comunidad necesitada más de ideas que de fondos. A Javier García, vicepresidente de la mesa de tecnologías emergentes del Foro de Davos y fundador de Rive Techonology, propietaria de una patente que le ha atraído 49 millones de dólares de fondos americanos. A Iker Marcaide, fundador de Peertransfer, la primera empresa valenciana en pedir ficha bancaria en Londres, a través de la cual formalizan sus matrículas alumnos extranjeros en más de un centenar de universidades de Estados Unidos. A Pablo Jarillo, premiado hace unas semanas por la Casa Blanca como uno de los investigadores con más futuro del país por sus avances sobre el grafeno. A Ricardo Montesa, fundador de Brainstorm, proveedora de software de los estudios de cine de Hollywwod y cadenas de televisión de ámbito global como CNN, NBC o BBC. A Natalia de Estevan, cerebro del Directorio de Tráfico del London of Transport, una de las grandes responsables del éxito de Londres 2012 (Isabel Bonig, ¿por qué no la llamas?). A José Carmena, director del Brain Machine Interface Systems Lab de la Universidad de California y referente mundial en ingeniería aplicada a neurociencias. A José María Lagarón, de Nanobiomatters, uno de los dos españoles seleccionados por la Comisión Europea para diseñar el VIII Programa Marco de Innovación. O a José Antonio Carrasco, fundador de Emxys, compañía aeroespacial, la única española que participa en el GoogleXPrize, el concurso para llevar un módulo transportado a la luna.