miércoles, 25 de septiembre de 2013

La huella

DESDE ESTAS páginas dimos respaldo a lo que bautizamos como el Plan Renove de las organizaciones empresariales, impulsado por el presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, con la colaboración del grupo de dirigentes reunido en torno a José Vicente Morata (Cámara) y Salvador Navarro (CEV). Ese apoyo nunca se nos solicitó, pero convenía dar un nuevo aire al sistema que articula el estar-ahí de los empresarios en el ágora pública. Dijimos al brioso ex presidente de la Cámara, Arturo Virosque, que la mayoría pensaba que debía dejar el sillón; advertimos al cauto ex presidente de Cierval, Rafael Ferrando, de que no tenía apoyos suficientes para repetir; celebramos el frente único valenciano en defensa de la candidatura de Juan Rosell en CEOE; e instamos a un cambio en el gobierno de Feria Valencia, con la salida de Alberto Catalá incluida (algo que todavía no se ha producido), para que los empresarios recuperaran el protagonismo. En todas esas batallas, el caballo ganador resultó ser siempre el de González, que recibió un voto de confianza de muchos, por pura convicción. No obstante, ya al principio apareció una pregunta que conviene hacerse de nuevo en el ecuador de su mandato en Cierval: ¿Para qué quería el poder? ¿Qué pretende hacer con él?

A día de hoy, la respuesta sigue sin estar clara. Es cierto, y no es poco, que la representación empresarial ha ganado en independencia respecto del poder político. La tarea aún no es completa hoy, como se ha podido ver en asuntos como el del Palacio de Congresos, pero el nivel tutelaje pretendido o consentido de otras épocas no existe. Un punto para el Plan Renove de González. Sin embargo, el mundo empresarial sigue sin alcanzar la mayoría de edad que otorga la capacidad de influencia, en el Palau y en Madrid.


¿Qué se espera de González? La Carta de Pedro J. del domingo podría marcar una senda válida también para la Comunidad Valenciana: al menos hasta 2020 estamos condenados a convivir con una Generalitat débil en lo político y anémica en lo financiero. Poco se puede esperar del ámbito institucional. A la sociedad civil le toca articularse y organizar una Estrategia 2025 creíble, realista y comprometida. No dependiente de un Consell que se debatirá entre las hipotecas del PP o las del PSPV, a falta de mayorías absolutas. Un objetivo a corto: en la configuración de la nueva presidencia de la Generalitat, sea del partido que sea, debe estar presente la voz de los empresarios. Influencia. Quizás el papel que el destino le reserva a González, si de verdad quiere dejar huella.

Un aperitivo

LA BARRACA de La Albufera que, desde la elección de José Vicente Morata como presidente de la Cámara, alberga el almuerzo de principio de curso entre el mundo de la economía y el Consell, estuvo más concurrida que nunca. Pese a las ausencias, que las hubo —Caixabanc y Sabadell habían excusado su asistencia con bastante antelación—, hubo algunas presencias meritorias, como la del director de Ford, Antonio Adés, en pleno proceso de reinstauración del tercer turno. Se repitió el ritual de años precedentes, y las patronales no fueron invitadas, incluido el jefe de Cierval, José Vicente González. Estuvo concurrido el almuerzo, en fin, y se prolongó más que en otras ocasiones. El presidente Alberto Fabra se marchó a las seis de la tarde, y el debate se alargó dos horas más. Morata, con contactos en el mundo financiero tejidos durante su etapa al frente de Umivale —la Cámara trabaja habitualmente con el Citi para el Sudeste asiático, el Arab Bank para Oriente, el Sabadell para el Mediterráneo, Bankinter o Caixabank—, sentó cara a cara a empresarios, políticos y financieros, lo cual tiene su utilidad. Y alguien cayó en la cuenta: desaparecieron las entidades valencianas y las que se las comieron, tal que Bankia, Caixabank y Sabadell, están vírgenes en el exterior, sin apenas red.

Las Cámaras de Comercio son la clave para entender la transformación del mapa de representación empresarial que se avecina. En un año todo lo que conocen ahora habrá cambiado. Y no me refiero a la apertura en un plan de semanas de la sede de Poeta Querol, que ya tiene seis plantas amuebladas, a falta de las cuestiones técnicas previsibles. No. El tema es que, antes o después, habrá ley estatal y tres meses después, la autonómica. Los empresarios vinculados a las Cámaras pedirán acceso a los fondos destinados a internacionalización, emprendedurismo, formación... Y las patronales deberán reposicionarse en el nuevo escenario. ¿Qué?


Hoy se reúnen las cinco Cámaras de la Comunidad, convencidas de que deben ofrecer al Consell una versión más coordinada y unívoca. Tras su campaña a nivel nacional, junto a los presidentes de Zaragoza, Palma de Mallorca y el propio Javier Gómez-Navarro, Morata quiere repetir a nivel autonómico evitando que se tense la cuerda y se proponga la desaparición de plenos, como alguien pretende. El tema de partida es la internacionalización. De momento, lanzan por internet una Agenda Internacionalización que agrupa las novedades de las Cámaras, el Icex y el Ivex. Consulten. Es un aperitivo, un mensaje bien explícito de lo que quieren.

Lectura olímpica

EL RIDÍCULO OLÍMPICO de Buenos Aires tiene el desolador efecto de recordarnos que el problema del bajo nivel medio de la clase política está generalizado en todo el país. La alcaldesa de una ciudad cosmopolita y avanzada como Madrid va y te pronuncia un discurso propio de un púber preuniversitario (perdón, chavales). Si no lo ha escrito ella, da más pavor: que la esposa de un ex presidente del Gobierno consienta que le pasen, y hasta lea en público, tal bazofia, es la medida de la distancia que separa a un sector privado cada vez más abierto a los desafíos globales, de una esfera política alérgica a la meritocracia. Madrid se lo tiene que hacer mirar, pero de verdad. El presidente de los empresarios valencianos, José Vicente González, será la voz de la CEOE en una cumbre sobre el euro en Berlín... porque es el único de los cuatro vicepresidentes de la patronal que domina el inglés.

Esta es la moraleja que sacan los empresarios, presten atención: "No quieren enterarse de que, en el exterior, los españoles somos unos apestados". Vas a la oficina de un banco extranjero y te invitan a abandonarla. Un empresario valenciano se marchó de una reunión con un gobernador latinoamericano cuando éste le espetó eso de "ustedes vienen ahora porque están desesperados". Pero la clase política a lo suyo. A algunos se les salen los ojos de las órbitas con la elite empresarial en Buenos Aires. Dos constructoras, ACS y OHL, y el ubicuo Cerezo. No aprendemos.

Y en las zonas de sombra, en las que confunde lo institucional con lo empresarial, qué difícil es navegar. El presidente del Puerto de Valencia, Rafael Aznar, lo ha hecho durante años, y ahora se encuentra con una denuncia. Acusaciones que han sobresaltado a los miembros del consejo de administración del Puerto. Entre ellos la alcaldesa Rita Barberá y dirigentes como Vicente Boluda y Alberto Catalá. Todos ellos estudiaron la mayor parte de las operaciones que investiga ahora el juzgado, y le dieron el visto bueno de forma directa o delegada. Todos.


En el mundo empresarial se ha pactado ya dar todo el apoyo a Aznar. Y Alberto Fabra se suma a la iniciativa. Pocos responsables se merecen que se ponga la mano en el fuego por ellos como él. Su principal mérito ha sido equilibrar múltiples e impetuosos vectores convergentes: Estado, Generalitat, Ayuntamiento y añadan navieras, terminales, estiba, transportistas... y hasta equipo directivo. El Puerto de Valencia sí se ha batido con éxito en las grandes ligas globales, con un discurso potente, en inglés profesional, en las antípodas del ridículo olímpico. Un respeto. 

El círculo resiste

EL VERSO SUELTO empresarial está herido, malherido si quieren, pero se resiste a morir. La construcción y la promoción inmobiliaria siguen convencidas de ser la cabeza de turco de una gran operación de limpieza de los balances de la banca. La misma banca que lanzaba a sus directores a captar negocio del ladrillo por despachos empresariales y municipales, por restaurantes de lujo y hoteles, la misma banca que iba con las hipotecas entre dientes a las subastas del oropel, la que fusionó sus áreas de inversión y comercial y luego utilizó a los depositantes de ésta como rehenes en la negociación del rescate de aquella. A estas alturas las culpas están muy repartidas, pero hay que reconocer que los mejor parados han sido, en primer lugar, el poder político, que dio cuerda (no gratis, claro) al artilugio, y en segundo lugar el poder financiero, donde tantos cobraron comisiones, del 3%, del 10%... El empresario constructor y promotor, que se sumó a la fiesta de la especulación, en muchos caso dejando de lado cualquier escrúpulo y resto de sensatez, ha pagado con una laminación histórica.
Pero ahí están algunos nombres propios todavía, dispuestos a reinventarse como empresas de servicios, orientándose a nichos inexplorados. De momento, muy solos. El nuevo presidente de la patronal de los constructores, Fevec, que durante años rivalizó con el metal por el reparto de cargos en las organizaciones empresariales, Francisco Zamora, aún está pendiente de ubicarse en el escenario en el que se mueven la CEV, la Cámara de Comercio y Cierval. Hay que encajarlo. Las tres trabajan de la mano en el asunto del momento: posicionarse ante el cambio de legislación cameral que prepara el Gobierno, y que muchos en Madrid atribuyen a una estrategia de los gigantes del Consejo Empresarial para la Competitividad para arrinconar a CEOE, dejando todo el pastel en manos de unas Cámaras más fáciles de domesticar. En Valencia se quiere evitar que la ley apuntille al movimiento empresarial, o lo conduzca a la irrelevancia.
Las inmobiliarias, con José Luis de Miguel al frente, decantaron el triunfo de Zamora contra el candidato de la obra pública y de Eloy Durá. Lo dicho: el círculo vuelve a cerrarse. Para constructores y promotores el enemigo se llama Sareb, a la que se enfrentan sin apenas respaldo del resto de empresarios, y ante la indiferencia de una Administración que prefiere no dar la cara por un sector contaminado. En lugar de ello, la consellera Isabel Bonig saca una ley urbanística. El marco legal estará fino, pero aquí como siempre olvidamos el contenido de las cosas.