jueves, 19 de diciembre de 2013

Ama de llaves de Presidencia

NO ESTAMOS ante un remedo de Ana Michavila, la guardiana de las esencias del ex presidente Camps, arquitecta del clan que le mantuvo no sólo aislado de la realidad, sino de los muchos que trataron de abrir sus quijotescos ojos. Tampoco regresa la daga con mango de nácar de Juan Francisco García, el jardinero fiel de las relaciones de todos con Eduardo Zaplana y de él con todos. Ni es la estoica tecnocracia de Pablo Landecho. No. En su meteórico ascenso, Esther Pastor, la nueva ama de llaves de Presidencia da zarpazos felinos, pero no llegan más allá de la distancia. Aún. Ni siquiera fue necesario concertar con ella la asistencia de Alberto Fabra a la cena de AVE del pasado sábado. El presidente no la usa para hablar con los empresarios. Ni para otras cosas: Fue él quien se comprometió en persona con el futuro de la ex directora de RTVV, Rosa Vidal, cuyo regreso al sector privado es ahora un papelón para todos, para Manuel Broseta principalmente. No. Esther pastorea en una parcela distinta, la de la puesta en escena. Los que están en las cosas de mover la maquinaria son otros. Y no es responsabilidad pequeña la suya. Aún resuenan las palabras de un destacado miembro del Gobierno cuando Vicente Boluda y Juan Roig le explicaron en una reunión, porque hacía falta explicárselo, que era un drama la fusión de Caja Madrid y Bancaja: «Pues ahora a ver cómo lo vendemos».
Fabra traslada a los empresarios que está desplegando un plan para proyectarse en Madrid, donde todavía es una anécdota, y seguir los pasos de otras regiones más avanzadas en la exigencia de financiación. Está intensificando los contactos, marcados por la discreción, con medios y líderes de la cosa política y la económica. ¿Y quién le hace de Lazarillo por la capital? No es Esther Pastor, claro. Ni Esteban González Pons. Aquí en la Comunidad, la guardia de corps de Fabra en el diálogo con los empresarios la conforman los consellers Llombart (cuyo suegro declarará en la Audiencia Nacional por el caso Aguas de Valencia), Buch, Moragues e Isabel Bonig. El partido no está en esos menesteres. Los cuatro consellers son accesibles, no siempre complacientes, una realidad quizás episódica, mérito en buena parte del vicepresidente Císcar, cuya  progresiva pérdida de protagonismo, en contraposición con el ascendente de Pastor, podría malograrlo todo. Pero aún no.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Fabra y Puig necesitan fontanero

DOS CANDIDATOS, Alberto Fabra y Ximo Puig, ofrecieron una imagen convincente en su puesta de largo en Madrid. En el tren AVE, sentados frente a frente, viajaron los líderes empresariales González, Navarro y Morata, que han tenido la corrección de cumplir con las dos citas. Los tiempos están cambiando. Gustó la valentía de Fabra y Puig al pedir una mejor financiación ante el presidente Rajoy, que debe aprobarla, y el ex presidente Rodríguez Zapatero, que la malogró. Tranquilizó que eludieran el frentismo estéril y optaran por discursos de gobierno.
La relación entre empresarios y políticos adopta hoy esquemas diferentes a los de las dos últimas décadas. Desde Joan Lerma, el PSPV encontró mejor acomodo entre las bases industriales que entre las instituciones de representación empresarial, más cercanas al PP. Ese dibujo ha variado sustancialmente. Patronales y Cámara están presididas por metal, transporte y mueble... pero hay menos feeling con el mundo político que «nunca».
Fabra mantiene un feudo favorable, pero inconformista, en la cerámica de Castellón. En las provincias de Valencia y Alicante le falta un intermediario con los líderes de opinión situados en la base del movimiento empresarial. Y sus correligionarios no están por la labor. Puig intenta tejer un entramado con paciencia y habilidad. La figura de Arcadi España, un hombre llegado del Congreso de los Diputados, es ascendente e Inmaculada Rodríguez Piñero ha dejado huella. En Madrid, Francisco Pons y el incombustible Antonio Baixauli juegan la baza del pragmatismo: Pons tiene buena relación con los portavoces de industria, excelente con Sánchez Llibre (CiU), y gracias a la mediación de Esteban González Pons (PP) se reunió con la ministra de Fomento Ana Pastor para abordar un plan de ayudas a la rehabilitación. Puig ha consolidado sus peones en el empresariado castellonense, como Alfredo Roe y Remigio Pellicer; en Alicante le ayudan alcaldes como Antonio Francés, de Alcoy. Pero el PSPV tiene aún más necesidades que productos en venta.
Los socialistas no tienen réplica en un PP enredado en su propia telenovela, con un desgaste tremendo, en el que varios reman, como Alfonso Rus o Máximo Buch, pero pocos lo hacen en la misma dirección, y algunos abandonan su papel de interlocutor, como José Císcar. Fabra y Puig, con un discurso más en sintonía que sus predecesores con la clase media empresarial, necesitan fontaneros.
Ah, y Vicente Boluda no entra en el comité ejecutivo de la CEV. No lo entendí mal. Iba. Pero ahora ya no.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Unos datos tras el cierre de RTVV y las contradicciones semipúblicas de los empresarios

FRENTE A LA REVUELTA legítima en defensa de lo público tras el cierre de RTVV, datos: Entre 2009 y 2013, la caída de los gastos corrientes del Consell (incluido personal) es del 8%, mientras que las inversiones (-77%) y las transferencias de capital, que van directamente al sector privado, se hunden en conjunto un 54%. Es decir, el grueso del ajuste, de lo que se conoce como austeridad, lo han sufrido las empresas. Decenas de miles de parados valencianos lo atestiguan. Está bien que defiendan lo público, pero pónganse a la cola. No estaría mal que los sindicatos lo recordaran. Pero no. Y hay más, el director de Fondos Europeos, Juan Viesca, confirma en privado a las patronales que para captar los 2.156 millones de Bruselas hasta 2020 las empresas deben poner 2.156 de su bolsillo, ¿y eso cómo se hace?
El mundo empresarial vive en la contradicción de reivindicar estos agravios y defender los espacios semipúblicos que gestiona. Así sucede con Carlos Fabra, el único secretario de una Cámara de España que ejerce de portavoz de la tal (Carmen de Miguel ni lo sueña en el Consejo Superior de Cámaras). Que siga en el cargo, pese a la condena judicial, ¡y con el respaldo del pleno!, tiene despatarrados a los empresarios valencianos, que callan, pero critican. Resulta que el estatuto de régimen interno no contempla la salida del secretario por muy delincuente que lo declare un juez. Y, claro, nadie se plantea cambiar el estatuto, o sea. El ex presidente cameral, Martí Huguet, tuvo al menos los arrestos de dejar el puesto antes que aceptar la tutela de Fabra. Tampoco encaja mucho en el espíritu empresarial el escaso entusiasmo que despierta la potencial privatización de Feria Valencia. ¿Paradójico? Las cosas de esta tierra, del poder.
Castellón y Alicante son dos problemas que el presidente de Cierval, José Vicente González, cree que deben resolverse solos. Bastante tuvo con mediar entre la patronal alicantina Coepa y el metal. González fue invitado a rubricar la paz en público, y declinó ese protagonismo. Pero hete aquí que el presidente del metal se entera la víspera de la firma, de viaje en China, de que su ejecutiva se opone. Que no. Y así. En Castellón, el secretario de CEC, Rafael Montero, vive enfrentado con Cierval, mientras su dúo con José Roca pierde fuelle en favor de Ascer, de la cerámica.
Y en Valencia se consolida el triángulo patronal CEV-AVE-Cámara. Sus presidentes, Salvador Navarro, Vicente Boluda y José Vicente Morata, se sentarán pronto en los tres comités ejecutivos. La CEV prepara el sillón de Boluda en su máximo órgano de gobierno.