sábado, 25 de agosto de 2012

Líderes y sectores


LLEGARÁN LOS PAGOS, pero las subvenciones no volverán en un tiempo. Las organizaciones empresariales, como los proveedores, recibirán lo que se les adeuda y obtendrán el alivio financiero que necesitan para abordar su verdadero gran desafío: redefinir su papel y reposicionar los liderazgos. A nadie se le oculta que el actual equilibrio de patronales, cámaras y lobbies forma parte del pasado y que su viabilidad está condicionada al descubrimiento del nuevo rol de cada uno.
No va a ser tarea fácil. Por un lado, la crisis de la construcción y el sector inmobiliario ha concentrado el poder y ha dirigido la estrategia de las organizaciones en torno al sector industrial, el mejor indicativo del grado de desarrollo de una sociedad, pero también el más amenazado por las transformaciones asociadas a la globalización. Fue Steve Jobs quien le dijo Obama que la mano de obra industrial desplazada al Sudeste asiático "no va a volver". Lo cual que en algunos ámbitos del empresariado se apuesta abiertamente por especializarse en determinados servicios, primero, y consolidar un tejido industrial a su alrededor, después. Un debate que tendrán que afrontar sectores como el metal o el mueble, todavía enormemente influyentes en patronales y cámaras.
Por otro lado, está la cuestión de los liderazgos. Asistimos al ocaso de la generación de los fundadores, pero resulta que a sus sucesores no les parece demasiado sexy lo del asociacionismo. Ojo con el fenómeno. A directivos jóvenes, muchos de ellos con estudios en universidades norteamericanas o británicas, con contactos internacionales, en sectores de alto contenido tecnológico, con acceso directo a altos cargos de la Administración, indiferentes a la política de subvenciones, no les provocan excesivo asambleas, juntas directivas, comités ejecutivos o plenos. Son los referentes del cambio cultural que se avecina. Hay que involucrarles en el destino de la Comunidad.
Y por último, quizás sea el momento de replantearse la propia estructura del asociacionismo empresarial, por sectores y territorios cerrados, más representativa del último tercio del pasado siglo. La economía se ha vuelto híbrida, se divierte contaminando a unos sectores con otros. Eso debe reflejarse en un sistema de representación reticular, heterodoxo, desjerarquizado, colaborativo. Hasta entonces, será difícil obviar la sospecha de que el principal motor de cada cual es la supervivencia de su patronal, por encima del conjunto.

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