jueves, 29 de noviembre de 2012

Política industrial

DOS BARONES sectoriales han alzado la voz para pedir una política industrial de consenso. El primero fue Vicente Lafuente, del metal; tras él, Vicente Folgado, del mueble. Nuevos tiempos, nuevos protagonismos en un reparto de papeles cada vez mejor asumido por todos los líderes del empresariado, y que así sea. «Conocemos al actual secretario autonómico de Industria sí, pero de la época de Zaplana», dicen en privado. Se respira un clima espeso para trazar una estrategia conjunta, y convendría arreglarlo. Porque el fondo del problema no está (sólo) en los fondos, sino en la incomunicación. Y va más allá de la conselleria de Buch, que María José Catalá acumula ya dos planes de incentivos sin consultar a los destinatarios, y eso que, a tenor de los aplausos, son de los suyos... Bueno, ayer Fabra dijo que ya es hora de empezar a entenderse.
Cierto que no todos pueden dar lecciones. Para siempre quedará el mutis de una parte del mueble, y de algún dirigente de del comercio de Acomval, displicentes con un Ikea en Paterna, encomiásticos ahora tras conocerse que recala en Alfafar, en un suelo repleto de apellidos del sector. Bingo. En Ford, incertidumbre entre los proveedores a la espera de saber si se les compensará la pérdida de los volúmenes del C-Max, que seguro que sí, pero está por ver y hasta verano hay que aguantar bajo mínimos. Mientras, se ofrecen naves en los alrededores, en polígonos cubiertos de crisis... hay sitio para todos. Son cosas que convendría hablar en el Observatorio Industrial. O no. Que se aclaren. Con los sindicatos como interlocutores, quizás con rostros nuevos, que Paco Molina repetirá en CCOO, pero en UGT sigue la tensión, e Ismael Sáez, de MCA, ya ha hecho camino por Madrid, para sondear el relevo de Conrado Hernández, y todo bien.
Algunos desean la suerte de Buch, todo sea dicho. No han tardado ni unos días en aparecer en los cenáculos posibles alternativas a José Manuel Vela en Hacienda, tras el asunto de los papeles. Que si Alberto Fabra querría traerse a alguien de su equipo municipal en Castellón, que si desde Alicante intentarían colar el nombre de César Sánchez, de Calpe, ¿o era César Augusto Asencio, vicepresidente de la Diputación, sí, el de Salvados?
En fin, no será por falta de batallas. Ahora se va el secretario general de Cepyme, la patronal española de pymes, Gonzalo Garnica, y nos acordamos de que el presidente de Cierval, José Vicente González, dio su apoyo a Jesús Terciado a cambio de que un valenciano ocupara ese puesto, cosa que finalmente no sucedió. ¿Se lo volverá a reclamar?

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