viernes, 9 de noviembre de 2012

Solos, pero

ESTAMOS BASTANTE SOLOS. Diría que completamente solos, pero quizás la imagen que mejor define la situación de la Comunidad Valenciana no sea la del aislamiento, sino la del exceso de observación. Como Juno, transformada en ternera por Ovidio en su Metamorfosis, vivimos bajo el exclavizante yugo de Argos, el dios de los cien ojos. «Rajoy no se fía de nadie», es la conclusión a la que han llegado los empresarios después del humillante trato en los Presupuestos. En lenguaje político contemporáneo, aquel mito antiguo recibiría el nombre de «intervención».
Sin acceso a los ministros. Sin valencianos, ni parientes, en los segundos niveles del Gobierno —desapercibida ha pasado la limpia por parte de Wert de lo poco que había, al relevar a Amparo Camarero y Dolores Calvo—. Sin nombres de peso en el Congreso de los Diputados: González Pons out, el resto de perfil (vaya fichaje el de Belén Juste) y hasta Martínez Pujalte, secretario que fue de la Cámara de Valencia, mirando a Murcia. Normal que se produzcan anécdotas sonrojantes como la de que los empresarios se enteren en internet de que se va a disolver Bancaja por decreto. Comprensible que la patronal de Valencia planee convocar a los diputados nacionales de todos los partidos para preguntarles a qué se dedican en Madrid.
Aunque hay algo más: sin concierto entre los dirigentes empresariales para propiciar reuniones con miembros del Ejecutivo central —Rodrigo Rato y Pedro Solbes recibieron en su despacho ministerial a Cierval y Cámaras en otros tiempos—.
Ese es nuestro delicado estado actual, náufragos en la corriente de tibia «mendacidad objetiva», en expresión de Walter Benjamin, que desconcierta al país y encabrita a la prima de riesgo.
En la fábula representada insuperablemente por Velázquez, Júpiter envía a su hijo Mercurio al rescate de Juno. Triunfa porque, en lugar de enfrentarse a Argos, le duerme con la música de un camarillo. Vence con inteligencia. He ahí la tarea colectiva en la que de forma irremediable estamos todos condenados a implicarnos. «Atraído por el arte de aquel nuevo sonido, le dijo: ‘Quien quiera que seas, podrías sentarte conmigo sobre esta roca’». Impensable recuperar la confianza del entorno de Rajoy sin una estrategia compartida y sin un liderazgo avalado. Motivo de reflexión profunda en el seno de un PP que debe reforzar al presidente, su líder, y no distraerse en personalismos. Y también en el mundo empresarial, donde AVE, Cierval y Cámaras parecen hablar en planos distintos, quizás a la espera de que Rosell y Teruel acudan al rescate. No habrá tal.

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