viernes, 21 de diciembre de 2012

Desprendido

A FALTA DE fichas bancarias, el interés de la cosa se ha puesto sobre Caixa Ontinyent, cuyos actuales responsables parecen haber descubierto de repente lo diferente que resulta la existencia cuando los ojos de la opinión pública se fijan sobre ti con distanciamiento y cierta independencia. CAM y Bancaja nunca se preocuparon de asfixiar financieramente a la entidad que preside desde hace 12 años Rafael Soriano. Como confiesan en privado ex consejeros de ambas cajas, les hubiera bastado ampliar red y una agresiva campaña de depósitos para aniquilar la defensa competitiva de Caixa Ontinyent. No habría llegado la gloria de «Salvados»... En fin, no se consideró importante, o quizás no hubo motivo político para hacerlo.
El sainete que alguien habría querido representar en la caja de las comarcas centrales consistiría en propiciar la renovación de Soriano en la presidencia, algo posible gracias a una reforma estatutaria «ex profeso» aprobada en junio pasado que eliminó el límite temporal que existía hasta entonces, con la aquiesciencia de representantes de partidos de la oposición. Simple generosidad, por supuesto. Nada que ver con el hecho de que haya tres apellidos Soriano en el consejo de administración, órgano de 14 miembros que recibió en 2011 remuneraciones en concepto de dietas y asistencia por valor de 74.000 euros (11.000 el presidente); menos dinero, claro que sí, que los 109.000 euros que se repartieron los 20 consejeros de Bancaja en 2010 (5.285 euros de media frente a 5.450 euros, ¿proporcionalidad?). Ningún vínculo con el dato de las operaciones de crédito que mantenía a 31 de diciembre de 2011 el presidente con su caja, incluida una renovación de crédito por 70.000 euros. Y mucho menos tiene que ver con la textil Prima Decor.
No, Soriano repetiría por sentido de la responsabilidad, porque detrás de él, podría sobrevenir el caos. Y ya que no puede ser él, que se nombre a su vicepresidente de confianza, Antonio Carbonell, para que todo siga como siempre.
Así debió de exponérselo al presidente de la CEV, Salvador Navarro, en la reunión que mantuvieron ambos con Javier Aparicio, el empresario candidato a sucederle. O como explicó la propia Caixa Ontinyent en un impagable comunicado la semana pasada, porque «ha venido ejerciendo su cargo con notable y manifiesto éxito y, además, de forma desinteresada, con carácter honorífico y sin plantear en ningún momento retribución específica alguna por sus funciones y dedicación más allá de las dietas que percibe».
Si es que echaremos de menos esta forma mediterránea de ver la vida.

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