jueves, 27 de septiembre de 2012

Zorros y naranjas

CASI IMPERCEPTIBLE, la recolección de cítricos ha comenzado. Y lo ha hecho corroborando una de las máximas recientes del presidente de Mercadona, Juan Roig, la de que los españoles siguen sin ir a recoger naranja. Entre 40 y 50 euros al día, unos 900 al mes si respeta la lluvia, no resultan suficiente atractivo todavía, de modo que los nacionales continúan en minoría en las cuadrillas. En fin, nunca se había escuchado un lamento tan grave sobre el incierto destino de nuestros cítricos, una actividad económica en la que pudimos ser referente mundial, con mercado de futuros incluido, pero que no hemos sabido gestionar como proyecto colectivo y empieza a desaparecer del paisaje. ERE y concursos de acreedores ya no son un mal exclusivo de las cooperativas y se extienden también a los comercios privados. Parece ser el sino de esta Comunidad, vaya.
Aunque a veces algo se avanza. Las llamadas a una solución pactada en el asunto del Palacio de Congresos germinaron en un pleno de la Cámara de Comercio al que acudió, ¡un año después!, el gerente José Salinas (Morata debió avisar a Navarro). La reunión sirvió para medir la falta de coherencia entre las esferas privada y pública de algunos, y ofreció altavoz al bravo Vicente Blasco, que proclamó: «ni un céntimo público» para ampliar un recinto vacío... ¡más del 80% del año! (¿no lo sabían? Hagan cuentas). Viejo zorro, Alfonso Grau, quiso darle pátina institucional al tema un día después, que es lo mismo que decir que se hizo la foto, pero se tuvo que tragar el aval. Eso es mucho más de lo que hasta hace poco hubiera consentido Rita Barberá.
El tema ha permitido visualizar los estilos y funciones de la posible alianza Cámara-CEV. José Vicente Morata y Salvador Navarro, asesorados por segundos espadas casi siempre comunes, deben coincidir en lanzar el mismo mensaje: no estarán callados, pero sin bravuconadas. Se hablará con argumentos y si hay que pactar, se pactará. Interesante este polo común en un momento en que sus hermanos mayores, CEOE y Consejo Superior de Cámaras, amagan con una batalla de altura. Resulta que los patronos se enteraron de que el Gobierno reformará la Ley de Cámaras para darles la gestión de servicios públicos. Lo que se conoce como modelo continental. Algunos en CEOE alzaron la voz, pero se han encontrado con que personajes como Arturo Fernández son presidentes de patronal y Cámara de Madrid. O sea, que el lío está montado. ¿Reforzará esta prueba aún más a los empresarios valencianos?

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ingreso colectivo

UN EX DIRIGENTE empresarial se sinceraba en privado: «Sólo cuando uno asciende a un cargo de responsabilidad se da cuenta de lo mucho que no puede decir en público por el bien de la organización». Y así llevamos tres décadas. Sólo que, sin dinero líquido que gastar, se devalúa la tinta del boletín oficial y se revaloriza la figura del político pactista. Porque la gran tarea por delante es colectiva. Consiste en generar ingresos. En Hábitat, Fabra vio de primera mano los resultados de las empresas que se plantearon esa cuestión a tiempo y están internacionalizadas. Ahora le toca a él.
Hay quienes se aferran, no obstante, a la soledad egregia y parecen resistirse a los nuevos tiempos, a un mundo que exige capacidad de asociación. Ahí está Rita Barberá, asida todavía a la victoria antigua del rodillo. El PP municipal (la Generalitat lo rechaza) insiste en su ampliación del Palacio de Congresos de 24 millones contra el criterio, si no explícito, sí confeso, de casi toda la oposición (a Calabuig, del PSPV, no le entienden ni en su partido) y de las organizaciones empresariales. Cuatro datos del consorcio en 2011: beneficio contable, 20.000 euros; 105.000 euros en tesorería; 2,21 millones de ingresos de su actividad típica; y 2,4 millones de fondos propios. Natural que lleve meses negociando con la banca.
Será interesante ver, en la otra orilla, cómo recompone el Consell el diálogo social con unas patronales en busca de identidad, y unos sindicatos en desbandada. Otro ERE de más de 30 trabajadores de UGT en agosto pasado, y los despidos se acercan cada vez más al centenar en año y medio. Todo ello ha acerado el tradicional escepticismo de su secretario general, Conrado Hernández.
Y tenemos por delante el gran asunto de los centros de formación, algo más que academias de oficios potenciadas en los días de las vacas gordas, convertidas ahora en un problema inmobiliario de primer nivel. Es conocido el via crucis de los empresarios del metal en Alicante, pero la anécdota sucede en Valencia, en UGT. Resulta que, en los tiempos de Rafael Recuenco, la federación díscola, la FSP, se negó a compartir el amplio centro de formación de Almàssera. Y como había dinero y la difunta Bancaja estaba dispuesta a lo que hiciera falta, se montó uno alternativo en la avenida del Puerto. Dicen en la actual Bankia, que el edificio lo puede perder, aunque Luis Lozano es categórico: sólo gestiona ayudas de formación estatales y está al corriente de los pagos. ¿Cuál caerá antes?

jueves, 13 de septiembre de 2012

Dumping casero

ESTÁ CLARO que la crisis ha examinado la capacidad real de nuestros gestores públicos, y que no en todos los casos se ha demostrado que la fama de los días de vino y tracas rebrota incólume cuando lo único que queda es un erial. Esta atonía que vuelve locos a los abogados. «Nosotros ganamos si pasan cosas, tanto si le va mal al resto, como si le va bien, pero lo que no soportamos es esta agónica atonía», dicen en privado.
La alcaldesa Rita Barberá es una de las que peor lleva la reválida, para qué vamos a negarlo. No se trata simplemente de que fuera incapaz de ocultar su indignación, hasta hacerla evidente ante todos los que la rodeaban, ya fueran del ambito social, cultural o económico, durante las protestas ciudadanas de las últimas cremàs. «Tranquila, alcaldesa, no te sofoques, son cuatro gatos», le tuvo que decir alguno. Ni de que se olvide ya de disimular esa tendencia suya a dar la espalda en público a Fabra.
El infalible olfato político que la caracterizó durante décadas comienza a fallarle. Cómo si no explicar que desconozca, ni siquiera intuya, que destacados miembros del Consell y dirigentes empresariales ven descabellado ampliar en estos momentos el Palacio de Congresos, una inversión de 24 millones con aval de la segunda ciudad española con mayor deuda por habitante.
La cuerda ya estaba tensa el día que la propia Feria Valencia pidió en privado a la alcaldesa que, bueno, si puede ser, se la incluyera institución en los folletos de promoción municipales. ¿Por qué no estaba? Cosas de la vida. Quizás resulta que faltaba una gestión más independiente del Valencia Convention Bureau.
Al comité ejecutivo ferial le consume la idea de que pese a que su recinto aspira al 2% del negocio de congresos, el de más de 2.000 asistentes, el Palacio de José Salinas, que copa el 98% restante, quiere ampliarse para arañárselo. Y, sobre todo, escama a los empresarios que la cosa ésta de sacar partido a todo lo que se construyó sin saber cómo se iba a rentabilizar haya desembocado en una especie de dumping arquitectónico, con una Ciudad de las Artes, un Ágora y hasta un Puerto regalando espacios (robando clientes a la Feria, incluso) para la celebración de eventos.
Sí, alcaldesa, los empresarios saben y hablan, y el Consell les empieza a dar la razón. No todo es quejarse por el retraso en el cobro de subvenciones, un mantra éste, por otra parte, que empieza a cansar a la sociedad civil.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Fouché en Bancaja

QUIZÁS no se crea la profecía maya del fin del mundo, lo cual no hace más que confirmar que usted está en su sano juicio, pero hay una fecha marcada en el calendario del Consell que se le parece mucho. Y en esa vaya si puede creer. Es el 12 de septiembre. Ese día el tiempo se detendrá, Europa vivirá el vértigo del jarrón de porcelana en equilibrio al borde de la mesa... el Tribunal Constitucional de Alemania decidirá sobre el fondo de rescate permanente, el MEDE. «Si se opone, se acabó todo, volvemos a la peseta», dice en privado un miembro del Consell. Si da el visto bueno, el grünes Licht, o como quiera que se traduzca eso en alemán, «la solución comenzará». Apunten, pues, la fecha. La moneda está en el aire y el Consell tiene sus fichas sobre el tablero. A Vela no le queda otra.
A día de hoy son más los motivos para ser optimista y, aunque no conviene fiarse, se puede trabajar en el día después, como si fuéramos a salir de esta, vaya. Y ahí está la fundación especial Bancaja, preparándose para nacer. En ello están más o menos explícitamente el conseller Buch, el presidente José María Mas y un invitado insospechado, el ex secretario de la caja, un auténtico Fouché a la valenciana, alguien capaz de mantenerse en el cargo por encima de presidentes y familias políticas: Vicente Palacios. Su ascendencia natural socialista quedó clara en la cena con la que celebró su jubilación en agosto pasado, a la que asistió lo más granado del PSPV en Bancaja, actual y pasado. Pese a ello y pese a que algunos le instaron a que no lo mantuviera, ni José Luis Olivas se decidió a relevarle del puesto. Palacios se va de Bancaja, pero reaparece en la Fundación, a cuyo patronato se incorpora no por el turno extraordinario de empleados (¡está jubilado!), sino por el que le corresponde a la Generalitat. Porque sí, el propio PP le ha propuesto, engrandando así la dimensión del mito.
Y en estas que el presidente de la patronal autonómica, José Vicente González, se presenta en un acto del PSPV. No gustó nada al Consell en pleno inicio del reparto de fondos pendientes (las federaciones sectoriales no ocultan su malestar: ¿por qué cobra antes Cierval?), pero son otros tiempos. La lectura realmente útil es conocer los nuevos puentes de Ximo Puig con el mundo empresarial. Una sorpresa: Arcadi España, economista, fontanero de Carcaixent, ex jefe de gabinete del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, fajado en Madrid con el impulso de Enrique Guerrero. En ascendente.