viernes, 7 de febrero de 2014

Los empresarios se reúnen menos y el Consell no logra fichajes

DESDE SU constitución, prácticamente ninguna de las comisiones sectoriales de la Cámara de Comercio y la patronal, la CEV, se ha vuelto a reunir. Las hay de todo tipo, de comercio, transporte, industria e infraestructuras pasando por internacionalización. Decenas de empresarios las integran... muchos en ambas orillas. Las interpretaciones del hecho son básicamente dos: la primera, que la crisis deja menos tiempo disponible y resulta complicado encontrar personas capaces de comprometerse. Lo cual es normal y tiene solución. (También la caída de ingresos, como demuestra el presidente de la CEV, Salvador Navarro, que busca implicar a empresas individuales en su asamblea y suplir el descenso de cuotas de las federaciones).
La segunda interpretación, volviendo a las comisiones, es que nada se mueve mientras no se firme el convenio entre la Cámara y la CEV, pendiente a su vez de la nueva Ley estatal de Cámaras y su correlativa autonómica. Un razonamiento, éste sí, sujeto a condición suspensiva. En los últimos meses ha habido varios amagos de sacar adelante la dichosa ley, de la que todavía se habla entre claroscuros. Las consecuencias de la parálisis de las comisiones deben valorarlas los protagonistas, pero si alguna función han tenido durante dos décadas —y muchas veces han fundamentado reivindicaciones y motivado posicionamientos del pleno y la junta directiva— ahora no se está cumpliendo.
En ciertos aspectos, el entramado institucional de la Comunidad Valenciana, tanto sociedad civil como casta política y ahijados, sigue en el estado de shock en el que lo dejó el vapuleo brutal al que se vio sometido en el infausto 2011. En el entorno del Consell sucede algo parecido a lo que les pasa a los empresarios. La anécdota del topo no deja de poner de relieve que la mayor fuente de debilidad de un liderazgo no son los micrófonos ocultos, sino la voz autoinculpatoria del propio líder, o los tropiezos en la oscuridad de su equipo.
Desde la Administración valenciana se han hecho contactos con profesionales destacados, algunos con experiencia anterior en la labor pública, para proponerles la entrada, o el regreso, a la primera línea. Se busca perfil de director general y secretario autonómico, gente que sepa de lo suyo y tenga contactos. Pero casi nadie quiere. La experiencia de Rosa Vidal en RTVV ahuyenta a los profesionales serios, la imagen de políticos como Camps vendiendo a sus subordinados ante la Justicia es cianuro puro, pero sobre todo: «les pregunto si me van a dejar manos libres para arreglar las cosas y no me lo garantizan; ¿cómo quieren que diga que sí?»