jueves, 22 de agosto de 2013

Avisperos

¡AUGHH! TENGAN cuidado. Con estos calores, las picaduras de avispa escuecen más que nunca. Buf, buf. Y si de algo andamos sobrados por estos lares, reconozcámoslo, es de avisperos de toda clase, tamaño y condición. Tienen uno en el Puerto de Valencia, vaya. En medios jurídicos nadie se explica que la Fiscalía se haya contentado con presentar una denuncia contra su presidente, Rafael Aznar, en lugar de currarse una querella, con aportaciones provenientes de un mínimo ejercicio de investigación y comprobación, como corresponde a un responsable público que tiene una trayectoria y una imagen que salvaguardar. Lo que se oye por la Fiscalía es que había prisa para evitar la prescripción de los posibles delitos, aunque no hay ni siquiera instructor adjudicado al caso. Lo que aparece en la denuncia son operaciones aprobadas, en su mayoría, por el consejo de administración y adjudicaciones de concursos públicos. O sea.
Asunto este el del avispero del Puerto que entretiene a muchos en la búsqueda de los autores materiales de la filtración. Descartada ya definitivamente la mano política de la alcaldesa Rita Barberá y el presidente de la Diputación, Alfonso Rus, el relato de la insidia ha tomado la forma de intriga palaciega en el seno de la Autoridad Portuaria. «No puede ser hermoso lo que es grave», dejó escrito Chejov. Sucede que la carrera directiva en un puerto es relativamente corta. No es habitual dar el salto a destinos de más entidad que Valencia. Y al final, en el reparto de puestos de responsabilidad, algunos se sienten maltratados, y hay resentimiento, y ganas de cambiar al jefe. Es lo que hay.
Avispero en Canal 9. Los nuevos gestores se están encontrando con la barrera de los derechos preconstituidos. Los enchufes de toda la vida, vamos. Persisten incluso desde la época de la recolocación del ex director de Aguas de Valencia, Aurelio Hernández. Qué tiempos. Y no se pueden mover de ahí, Fabra no se atreve, aunque eso implique cortar una película a 15 minutos del final. Los servicios jurídicos del ente ya no saben cómo apañarse, dónde proveerse de antídoto para tanto veneno.
No será Rus, esta vez, quien lo solucione. El superjefe del PP. Xàtiva está sitiada de cascarones abandonados de la crisis inmobiliaria. Uno llega entre el silencio de Bolas y Palasiets, y escucha a sus conciudadanos quejarse de subidas del IBI del 40%. Y se preguntan los promotores por qué amagó con cesar al concejal de Urbanismo, Vicente Parra, y luego se echó atrás. Por qué le gustaba a Rus llevarles a conocer a un tal Rafael Blasco, el hombre con todos los contactos que necesitaran.

lunes, 19 de agosto de 2013

Innostars

ES PARA ILUSIONARSE lo del Emtech. Se celebrará en Valencia en noviembre. Eso sí que es un gran evento de la economía real. En países avanzados, como Estados Unidos, aquellas personas capaces de conquistar las nuevas fronteras del conocimiento y transformarlas en un modelo de creación de riqueza se han convertido en los nuevos popstars. Nombres como los de Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Larry Page inspiran películas y movilizan a millones de seguidores. Ojo, entusiastas fans, en última instancia hablamos de empresarios. ¡Empresarios estrella! El hecho es que nos seduce más su ingenio que su riqueza. Por eso, la garantía de que el Emtech se celebre durante tres años consecutivos en Valencia debería situar a este evento en el centro de esa sacudida que necesita nuestra sociedad y nuestra economía para situarse en la avanzadilla mundial, para hacer el cambio cultural imperativo hacia la innovación.
El caso es que algo falla en la raíz del proceso. Un sistema innovador valenciano no se puede concebir sin los institutos tecnológicos, un patrimonio a salvaguardar. El pacto entre el Consell y estos instrumentos promovidos en los 90 por el inquieto García Reche, debe lograrse sin cadáveres por el camino. Lo cual significa que deben racionalizar su estructura para ser rentables, pero no sin comprometer su viabilidad, su propia existencia.
Estos días los responsables de los institutos manejan un argumentario basado en datos elocuentes. En 2011, la Comunidad sólo inviertió el equivalente al 1,01% de su PIB en investigación y desarrollo (I+D), lejos de la media de la UE-27 (1,94%) y por debajo de la española (1,33%). El presupuesto de la Generalitat para los institutos tecnológicos ha estado condicionado por las ayudas europeas. Y Bruselas se ha puesto exigente. Pasará el proximo año de financiar el 80% de los proyectos, a abonar sólo 50%, lo cual rebajará el dinero para los institutos a 15 millones de euros. En 2010, recibieron 46,9 millones y a lo largo de 2013 están comprometidos 30,7.
Pero la clave del argumentario que manejan los centros de investigación valencianos y que trasladarán a los empresarios es que un 66,2% de los ingresos de la Corporación Fraunhofer, la principal red de I+D de Alemania, es de origen público. Y también lo son el 88,7% de los que general el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), el mismo que promueve la conferencia Emtech junto a la Generalitat en Valencia, el centro de investigación que aportará a los principales ponentes de ese evento de relevancia mundial.

Invertir en uno



SI SALIMOS del laberinto en el que nos entretiene el pasado, la estrategia económica del próximo curso debe girar sobre un eje vertebrador prácticamente único, muy principal, auténtica torre de marfil de la acción política: movilizar inversión. Tanto la procedente del exterior, más líquida y ágil, pero, ay, también más desconfiada; como sobre todo la que tiene su origen en nuestro propio tejido productivo, que depende de esa financiación que la banca sigue sin facilitar.
El conseller Máximo Buch no está completamente de acuerdo con este análisis. Cree que la recuperación a corto plazo dependerá del consumo y el turismo, y ahí comenzará el movimiento, y con él la inercia positiva y la inversión y el empleo. Él sabe más. Pero desde que una industria estudia invertir hasta que contrata personal suele pasar entre año y medio y dos años. Lo cual significa que si conseguimos activar el músculo inversor ahora, estaremos reduciendo el paro en 2015.
En otros tiempos, la Generalitat no ha aplicado métodos exactamente ortodoxos en el estímulo de la inversión. El resultado se visualiza ahora. Nadie se interesa por los centenares de miles de metros cuadrados de parques empresariales de última generación del Consell, ubicados en «uno de los diez mejores espacios para la actividad económica del mundo», según subraya con insistencia, y cierta impotencia por qué no decirlo, gente cosmopolita y con recorrido en el comercio internacional como el vicepresidente del Puerto, Juan Antonio Delgado. Hubo años en los que la maquinaria tractora se reducía a un sólo elemento, Eduardo Zaplana, y después llegó el pensamiento líquido, y sucedía que los potenciales inversores simplemente no encontraban interlocutor. Ninguna de las dos fórmulas dio para un modelo sostenible en el tiempo.
El éxito en el cambio de estrategia que impulsa el nuevo Consell de Fabra podrá medirse en el destino de dos entornos interesantes e interrogantes: Feria Valencia y la Marina Real. En ambos casos, habrá que encontrar puntos de acuerdo con Rita Barberá, lo cual parece de por sí una complicación añadida, cuando no debería serlo, y ya empiezan a cansarse los empresarios de eso. ¿Dónde ubicamos a la alcaldesa en el rediseño societario de la Feria?_¿En la sociedad patrimonial o en la comercial? Aún no se sabe. ¿Y dónde llega la mano del Ayuntamiento en la Marina y dónde la de la Autoridad Portuaria? Mejor esperar acontecimientos... Para empezar, el cierre de los astilleros de Unión Naval de Vicente Boluda, que el Puerto quiere para sí, pero a ver lo que dice Rita de eso.

FCC y Mestalla



OTRA GRAN CONSTRUCTORA nacional que desmantela su estructura en la Comunidad Valenciana. FCC llegó a tener 640 trabajadores en los tiempos del abstracto voluntarismo político. Ahora se queda con 82, un 87% menos. Tan radical es la marcha de la compañía de Koplowitz, que si por estas cosas de la vida, que a veces suena la flauta y no sabes de dónde viene el aire, se reanudaran las obras del nuevo Mestalla, habría que trasladar a personal de Barcelona para ejecutarlas. Y ahí nos encontramos con un tema empresarial-político de fondo. El Mestalla. Un proyecto que FCC comenzó junto a Llanera, porque al parecer tan estupendo le resultó a Juan Bautista Soler (“él también querría volver, pásmate”), pero acabó arrancando junto a los Bertolín. Dos compañeros de viaje tan diferentes en lo empresarial, con tan similares referentes en lo político, al decir de algunos en el seno de la UTE.
El Mestalla. Un problema-crisol cuya luz ilumina casi cada gran acontecimiento de la última década. A la espera de alguien que restaure el equilibrio, quizás el propio José Ignacio Goirigolzarri. Bajo la cáscara de hormigón dormido del futurible, FCC ha mantenido unos pocos empleados este tiempo. Una factura mensual, con su aparte correspondiente para Bertolín pese a no tener personal allí, fórmula matemática de la indecisión. Y mientras tanto, idas y venidas de ideas tan improvisadas como incompatibles entre sí. La de la escalera de evacuación es una. Que me la hace antes de poner la cubierta. Pero, oiga, cuando la construya la tendré que quitar. Pues veamos dónde hacerle hueco. ¿¡Que dónde qué!? De los 130.000 espectadores, estadio olímpico y centro deportivo, en una parcela donde todo eso no cabía, al amasijo sin alma actual. Lo real reina. Tras el adiós de FCC: ¿Se mantendrá la alfombra de silencio? ¿Los excesos consentidos de algún/a político/a metido/a a futbolero/a? ¿O nos arriesgamos a que un nuevo dueño, llámale Bankia o sucesor, airee la gestión realizada? Hábil Fabra quitándose de en medio. Y FCC. Tema delicado este de dejar la bomba de despropósitos que es Mestalla al descubierto.
Calma durante unas semanas en los despachos de Aguas de Valencia, cuyo presidente, Eugenio Calabuig, ha lanzado un nuevo mensaje a La Caixa en el reparto de dividendos. No sólo no cobrará Fainé, sino que el banco elegido para la cosa es, ay, el BBVA. ¿Acaso una clave de futuro sobre posibles fuentes de financiación del propio Calabuig?

Círculo cítrico



EL DESCONCIERTO citrícola bien puede considerarse el fracaso de toda una generación. Y la restauración del esplendor pretérito, un fabuloso reto para la siguiente. Un objetivo al que cabría dotar de una potente Estrategia Naranja 2020. Teníamos la exclusiva de un producto con prestigio mundial, Valencia se postuló como sede de un mercado de futuros cuyo éxito habría causado estupefacción en el resto de España, y recelo entre los operadores de Londres y Chicago. Pero no se supo administrar esa ventaja, convertirla en una palanca para el desarrollo. Javier Megías cita en su blog las palabras del israelí Yuval Cohen (StageOne): "Hay una buena coincidencia entre Israel, California (Silicon Valley) y España: los tres eran exportadores de naranjas en el pasado… ¡Pero a España todavía le queda evolucionar!"
Hoy se da por satisfecho el agricultor que coloca el kilo de navelina al precio de hace 20 años. ¿Qué ha pasado en este tiempo? Una potente transformación tecnológica: la tradicional forma de riego a manta, dependiente durante siglos del acceso al agua, ha sido sustituida en un plazo extraordinariamente corto en términos históricos, por el riego a goteo, y la naranja brota donde hasta hace poco sólo había cabras. La producción se ha disparado, y las cinco o seis hectáreas que antes permitían a una familia vivir de los cítricos no compiten hoy con la mano de obra barata de África. Porque la gran distribución ha sabido utilizar hábilmente el incremento de oferta, fomentando la apertura de la UE a los cítricos de Marruecos, Israel o Egipto, para hundir los precios.
Hay desorden en el campo, el más formidable vivero de economía sumergida. Pese a que, en línea con el mayor celo inspeccionador de otras administraciones, entes como el Seprona se están aplicando a fondo con los incumplimientos, en su caso medioambientales. Comarcas como La Ribera hablan de persecución. Y más: los técnicos de cooperativas se hacen cruces con la subida de pólizas de Agroseguro en hasta un 400%. Qué caos.
Es en este territorio, tan fértil como ahíto de plagas, en el que quiere dejar huella ahora el presidente de Mercadona, Juan Roig. Su premisa es garantizar precios estables a quienes agrupen parcelas citrícolas. En fin. Quizás una Estrategia Naranja 2020 y el empeño del empresario valenciano logren la cuadratura del círculo cítrico.