jueves, 18 de octubre de 2012

Equidistancia

QUIZÁS con su marcha a tierras británicas en septiembre, la ex secretaria autonómica de Territorio, Arancha Muñoz, se llevó el secreto de por qué no se ha abierto más la puerta al silencio positivo en la ley urbanística en la que tanto trabajó. Los empresarios andan molestos con la consellera Isabel Bonig por este asunto. En su opinión, tanto ella como el director de Urbanismo, Juan Giner, encargado ahora del tema, tendrían que copiar el texto de comunidades afines, y ya. Cuidado, la ley se sitúa en el epicentro del problema, la siguen de cerca promotores, constructores, ayuntamientos, bancos, tasadores, propietarios de terrenos... hasta Bruselas. El malestar ha difundido la especie de que al Consell no le gustaría instaurar el silencio positivo en algunos trámites porque supondría, bueno, en fin, tener que responder antes de tres meses. Y eso alguien como Muñoz, que desde Paisaje, en la etapa de Cotino, aburrió a tantas empresas con su pertinaz bloqueo de expedientes, no se lo podía permitir. Cosas de empresarios.
Colea, después de la semana de las dos fiestas nacionales, la cuestión de la posible pérdida de la mayoría absoluta del PP. Muchos apuestan a que la equidistancia política del presidente de Cierval, José Vicente González —«se preocupa más de la presidencia que de la organización», se oye por ahí—, se va a acentuar, con nuevos gestos hacia la oposición de izquierdas y menos aplausos a la Generalitat-PP. Una estrategia que le reforzaría en caso de cambio, pero le podría crear problemas para renovar si ganan los populares. ¿Injusto? Pocos recuerdan que, en otros tiempos, el representante de los empresarios en los actos del PSPV —tal que la conferencia del entonces comisario europeo Pedro Solbes—, solía ser el actual presidente de la CEV, Salvador Navarro, acompañado de su amigo, el ahora director de Feria Valencia, Enrique Soto, bien vistos ambos en Blanquerías. En fin, si no eres verso suelto, eres estratega.
En el lado sindical, crece un debate de interés general: ¿Interesa el modelo al que nos conduce la radical bipolaridad de la Administración, el duopolio sin otras voces de UGT y CCOO? No pagan la hipoteca, ¡ni el IBI! de sus sedes, a diferencia de pequeñas centrales como SI, USO y CSIF, que se subieron como aquéllos a la cresta de las ayudas públicas y se debaten ahora entre la respiración asistida o la liquidación. ¡4.950 euros recibió una de ellas del Consell el mes pasado! Sólo ganan a los grandes en algo: la FSP-UGT de Lozano se lamenta tras perder de 30 liberados; pero, ay, cuántos se habrían hecho del CSIF de haber sabido el trato que recibirían.

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