domingo, 31 de marzo de 2013

Caixabank será el primero que suba capital al 'rescatar' a otro



Aunque resulte sorprendente, Banco Valencia mejorará el ratio de capital de Caixabank. Los expertos estiman que en alrededor del 0,6%. Resulta algo inusual en un proceso de reestructuración financiera como el que vive España, pero es también la consecuencia lógica del hecho de unir a una entidad compradora con un ratio de capital del 10% con otra que cuenta con el 21,5%.

Es previsible que ese efecto beneficioso para el balance de Caixabank se pueda observar ya al cierre del primer trimestre, según las mismas fuentes, ya que la adjudicación tiene efectos contables a 1 de enero. Contrasta con lo sucedido cuando la entidad catalana se quedó Banca Cívica: en aquella ocasión, su ratio de capital bajó casi dos puntos a causa del deterioro de la entidad absorbida.

Días después de conocerse el adjudicatario del Banco de Valencia, era fuerte la impresión de que la operación no estaba exenta de elementos llamativos.

El esquema de protección de activos (EPA) aprobado para Caixabank fue descomunal y las ayudas directas equivalían a casi el 25% de los activos del Banco de Valencia, más del triple que lo otorgado a Sabadell para quedarse la CAM (7,5%) y a Bankia para sanearse (7,3%), y ocho veces más que lo requerido por BBVA para comprar Unnim (3,2%).

Además, según las cifras proporcionadas a finales de septiembre pasado por Oliver Wyman, la cartera crediticia de Caixabank ofrecía la mejor imagen de los grandes bancos españoles, y en algunos aspectos tenía el doble de calidad que la de los gigantes, Santander y BBVA. Cómo habían cambiado las cosas: en julio de 2011 la Autoridad Bancaria Europea (AEB) asignó a La Caixa unas pérdidas de 2.049 millones de euros en el peor escenario para el periodo 2011-2012 y de 1.903 millones a Banca Cívica. Ambas estaban entonces muy lejos de las expectativas para Santander (8.092 millones de beneficio) y BBVA (6.247 millones).

El banco que preside Fainé cuenta con la tasa de cobertura más baja de la gran banca, el 60%, diez puntos por debajo de BBVA y Santander, e inferior a la del Banco Popular e incluso a la de Bankia después de las ayudas. Caixabank no ha cumplido, de hecho, con la totalidad de los conocidos como decretos Guindos, le quedan por cubrir alrededor de 800 millones en dotaciones. Es en esas circunstancias en las que se queda Banco Valencia: paga un euro por una entidad con un patrimonio de 2.200 millones y un ratio de capital del 21%.

jueves, 28 de marzo de 2013

Ojos del buzo

EL MUNDO empresarial parece el único dispuesto a poner un pie en el futuro para arrastrar desde allí a este «pálido buzo ciego, desventurado hondero, / descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!», que diría Neruda, este irreconocible sujeto socioeconómico llamado Comunidad Valenciana. La visita de diputados y senadores del PP a la patronal CEV, comandados por Gerardo Camps y Pedro Agramunt, ahí es nada, movilizó a la ejecutiva que preside Salvador Navarro. Cuando parecía condenada al ostracismo, ahogada por los impagos del Consell, la CEV ha resurgido como el referente más claro.
El presidente de la autonómica Cierval, José Vicente González, ha sustituido los titubeos iniciales por la alianza con ella, consciente de la descomposición del asociacionismo en Alicante —difícil la situación de López Mora si la propia Coepa reconoce que maquilló sus cuentas—, y cansado del inmovilismo de Castellón, que por rechazar rechaza hasta el relevo del eterno Ramón Cerdá para dar un impulso al insustancial Comité Económico y Social. En la Cámara, es previsible que Morata mantenga perfil bajo durante un tiempo. Pero el mundo empresarial no le pasará factura por el Banco de Valencia. Aún resuenan las palabras de algunos dirigentes animando a comprar acciones de Bankia al salir a Bolsa, un gesto que no gustó a muchos en sus organizaciones. No está (casi) nadie para lanzar piedras.
Hubo, en fin, esa reunión con los diputados y senadores valencianos. Se les afeó que votaran en contra de mejorar el sistema de financiación. «Era una trampa», replicó Camps. O peor: «Para beneficiarnos deben perjudicar a otras, y nadie cede». Y en ese plan. De modo que la imagen formada en el seno de la patronal sería: a) No da la impresión de que los dirigentes del Consell y los diputados del PP sean del mismo partido; b) Alguien debe poner fin al clima de tensión creciente entre los consellers Buch y Moragues; c) Definitivo: no hay articulada una defensa de lo valenciano en Madrid; y d) «Si no existiera Generalitat apenas se percibiría su ausencia». Duro de oír.
Y en medio de estos desentendidos reaparece el conflicto por la Ley de Representación Institucional, que liga los fondos de formación al empleo. «Si no les gusta a los sindicatos mayoritarios, ni a los minoritarios, debe ser buena», dijo en privado hace días el conseller de Economía. Urge que la nueva Generalitat de Fabra repase el manual de relaciones con los sindicatos, tan incómodos y necesarios en el pasado como en el futuro.

lunes, 25 de marzo de 2013

Últimos días

LOS DÍAS PREVIOS a la última junta general de accionistas del Banco de Valencia definen el estado real de la salud de nuestro tejido económico y así nos va. Tal que de los errores debemos sacar enseñanza y también con ellos se construye estrategias. He aquí algunas anécdotas ilustrativas. El ya ex director general, José Antonio Iturriaga, al que sus colaboradores en el banco definen como alguien de naturaleza biliar, con una habilidad gestora que parece más bien cuestionable, pero dotado de firmeza gobernante, hizo que (casi) todo su equipo directivo firmara un documento en el que declaraba que la responsabilidad de toda la información que le había trasladado es exclusivamente suya. Es decir, Iturriaga se ha cubierto bien las espaldas, aviso para navegantes.
Motivos para dudar de la capacidad de gestión del hasta hace poco hombre fuerte del Banco de Valencia y, por extensión del Frob mismo, no faltan. Los sindicatos elevaron a Iturriaga la misma semana de la junta general una carta advirtiéndole de que el ERE para 795 personas que habían pactado, pues mira, que no va a poder ser. La trampa quedó al descubierto en el plan de reestructuración aprobado por Bruselas el 28 de noviembre del que tanto hemos aprendido. Y no se trata del engorroso debate sobre si 50-50 o 50-90. La clave está en que lo que firmaron el Frob y La Caixa es que la plantilla que debía reducirse a la mitad es la que existía en el banco a... ¡31 de diciembre de 2011! Vamos, que al ERE le sobran todos los despidos forzosos, los 290. O al menos una parte sustancial de ellos. Caixabank ya lo sabe y va a tener que arreglar el entuerto del Frob. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: si no llega a hacerse pública la parte no confidencial del plan de reestructuración ¿se habrían destruido 300 empleos inútilmente y nadie habría dicho nada? ¿Ha actuado el Frob de forma irregular a sabiendas?
Y se celebró la junta de accionistas. Cuántos de los ejecutivos que intervinieron de asesores de Iturriaga podrían dejar la entidad pronto. Entre ellos no estuvo en el Palacio de Congresos Alfonso Monferrer, incluido en las querellas, a falta de saber si imputado o no. En la mesa presidencial, José Vicente Morata, que ha ligado quizás con excesivo riesgo su imagen personal e institucional, como presidente de la Cámara, al infausto destino del Banco de Valencia. Y en el aire, aunque lejos de allí, los dos nombres que verdaderamente han revuelto el patio empresarial levantando las alfombras, pese al protagonismo inmerecido de Iturriaga: uno ya conocido, el ex administrador del Frob José Manuel Oliver, otro revelado por EL MUNDO, el inspector del Banco de España y ex empleado del IVF, Vicente Salinas.

viernes, 15 de marzo de 2013

Orden y carril

EL SIGNO de estos tiempos es el desconcierto. La orquesta no tiene director, la batuta es una pesada barra de iridio y la partitura parece un jeroglífico chino. Y, sin embargo, el dinero ha empezado a moverse, y con él la competencia de los territorios por atraerlo, y reaparecen los viejos fantasmas, y podemos volver a encontrarnos de nuevo cualquier día en el centro de la mesa, horneados y con una manzana en la boca. La petición de justicia tras humillación por la pérdida del sector financiero está vehiculizándose hacia la Justicia. Evidente, ¿inteligente? Mientras en Valencia los profesionales jurídicos se quejan de forma cada vez menos discreta de que todos los escritos de procuradores y abogados de Bankia y Sabadell vienen ya de Madrid y Barcelona, y aquí a dos velas, los grandes despachos nacionales se frotan las manos: empresarios contra empresarios y contra el Frob, y viceversa. Las balas empiezan a zumbar, y las caras en foros como el de AVE son un poema, socios querellados entre sí, o Frob mediante, sentados en la misma mesa. ¿Cuándo podrá esta sociedad restaurar las heridas que se están abriendo entre sus grandes apellidos?
La ausencia de un primum inter pares que ponga orden es grave. La Cierval de José Vicente González empieza a asumir una sola voz, pero la falta de liquidez la estrangula. José Vicente Morata sigue a expensas de la nueva ley de Cámaras, que le alejará de las patronales y le acercará aún más a la Administración, tras un paso opaco por el Banco de Valencia, donde se atribuye el mérito de haber ayudado a frenar «tres match ball». A Alberto Fabra, le falla el suelo bajo sus pies en Valencia y con el historial de impagos no le sobran empresarios dispuestos a ayudarle en Madrid.
Pero, ojo, aún se puede perder más si no reaccionamos. Ahí está la controversia sobre el tercer carril, anticipo que debe ser del Corredor Mediterráneo. Algunos advierten de una posible trampa doble: No hay constructoras locales que puedan hacerlo; pero, sobre todo, se sospecha que Fomento no dará luz verde a la financiación del Corredor si el tercer carril no está saturado en 2020. Las buenas palabras de Ana Pastor pasan por la mesa de Manuel Niño, recientemente nombrado secretario general de Infraestructuras, el mismo que ocupaba entre 2000 y 2004 la subdirección general de Planes y Proyectos de Infraestructuras Ferroviarias, el que dejó fuera al Corredor de los ejes prioritarios de la UE. Para que se sature la vía en 2020 tiene que haber tráfico, y eso depende del gestor, de Renfe. No hay nada como el miedo a la saturación para evitar que algo colapse. Todos en manos de Julio Gómez-Pomar.

sábado, 9 de marzo de 2013

Vigilantes

SE EXTENDIÓ la sospecha de que los seis nuevos vigilantes de seguridad de la central del Banco de Valencia tenían la misión de evitar altercados ante el navajazo de las preferentes y las obligaciones subordinadas. No hay tal. Por más que sean muchos los trabajadores de la entidad afectados por esa quita salvaje y asimétrica, por más que hayamos tenido que soportar el espectáculo de inversores tratando infructuosamente de recuperar su dinero en Bolsa, a la desesperada, con un volumen de órdenes de compra que multiplicaba por 35 a las de venta, un último esfuerzo para escapar de las arenas movedizas («señor periodista, tengo 72 años, guardaba 36.000 euros y me quedan 5.400, ¿qué hago?») y al final 0,01 euros. Por más que exista esa realidad dolorosa, los seis nuevos vigilantes no guardan relación con el saqueo. Tampoco han aumentado las quejas por la implantación de facto de la política comercial de Caixabank en toda la red del banco, antes de hacerse efectiva la compra. Ni por el contenido de unas querellas que dejan estupefactos a muchos (¿se ha premiado al confidente quizás?). No, el caso no guarda relación con tantos ex proveedores molestos desplazados por los administradores del Frob, desde abogados de concursos de acreedores hasta persianeros y fontaneros de las promociones. Tampoco. Ni con ese escrito confidencial que habrían firmado los miembros del comité de dirección. Rien de rien. En realidad, los dos empleados de seguridad del banco de toda la vida, que se conocen al personal de los servicios centrales, necesitaban refuerzos para poner orden. Nuevos proveedores, empresas de servicio vinculadas a Caixabank, personas desconocidas entrando y saliendo del edificio, y usted quién es.
Una sensación así debe de experimentar el entorno del Palau de la Generalitat, que asiste impotente al saqueo de Valencia. Incapaz de crear un equipo de vigilantes de seguridad propio, se lo pone Montoro, que ya está él para tutelar, mientras la vieja economía sigue en proceso de descomposición. Alucinante la escena del conseller Juan Carlos Moragues en un almuerzo con empresarios: que si vamos a crecer, que si vamos a ingresar más... Los comensales no salían de su asombro. A la mayoría de ellos les debe la Generalitat hasta la respiración. «Estamos tan solos...» piensan los empresarios. Català porque no se moja, Císcar en manos de la política, demasiado grande el reto para Bonig... ¿Alguien dispuesto a arrimar el hombro a Fabra en Madrid y... en Valencia? ¿Y a Buch?