NUNCA NOS acostumbraremos del todo a lo que es capaz de
darnos esta tierra nuestra. Un día, vienen los cuatro nietos de Carlos Hugo de
Borbón, y se reúnen con una representación de la sociedad valenciana, y comen
en El Puig, y le entregan un título nobiliario holandés a una Ferrando, saga empresarial
de conocido pasado carlista, animando así los corrillos locales sobre
sucesiones al Trono. Y otro día, se presenta de nuevo Rodrigo Rato, después de
irritar a un par de centenares de directivos, algunos emparentados con
accionistas del Banco de Valencia, y lo hace para recibir… ¡un premio!, porque
los Ateneos viven en un mundo diferente al del resto de los mortales, y olé.
Pero hay más. Un día, asoma una empresa china del sector
fotovoltaico, Jinko Solar, para patrocinar al Valencia CF ante la rechifla
general del sector. ¿Pero estos asiáticos no se han enterado de que en España
el Gobierno, gustosamente inclinado a ello por el todopoderoso lobby eléctrico,
ha destrozado cualquier posibilidad de mercado para las placas solares? Así
sucede, que mientras Jinko aterriza en el nuevo Mestalla, Pablo Serratosa
traslada toda su producción de Siliken en Valencia a su planta de Rumanía.
Serratosa, por cierto, salió convencido tras la cena con el fundador de Plug
and Play, Saeed Amidi, en la que también estuvo el nuevo flamante conseller
Máximo Buch, inmerso en la (muy difícil) batalla de Air Nostrum. Ojo, algún
piloto comenta en privado que busca ya casa en Bilbao.Pero suena a farol.
La sorpresa agradable se ha producido en Feria Valencia, que
cambia de director general y de comité ejecutivo. La solución se adopta tarde,
como casi siempre, pero llega, afortunadamente. Rita Barberá hace un gesto de
gran valor hacia el empresariado, y el colectivo en torno a González y Morata
refuerza su halo de especialista en el relevo de liderazgos. La continuidad de
Carlos de Vargas hacía más de un año que se consideraba insostenible, aunque
algunos lo descubrieran en diciembre pasado. Pero en una institución con una
impronta tan presidencialista como Feria Valencia, no conviene atribuir todos
los errores, ni siquiera un porcentaje mayoritario, al director general. De
modo que el ajuste debe ser profundo, y absoluto. Si Catalá sigue, debe hacerlo
“con condiciones”, y de lo contrario, debería ser el siguiente, algo que
algunos auguran que podría suceder este mismo año.
Y en la Conselleria de Infraestructuras, se asienta Isabel
Bonig. Buena escuela. Capaz de irse solita a negociar a Madrid, que no necesita
a nadie para hablar con la ministra, oye. Y en AVE, nada de coche oficial. La
obra pública está molesta porque colectivos como farmacéuticos o colegios le
están adelantando por los costados cuando se cumplen tres años de su antológica
carta amenazando con parar obras. Por eso, y porque, ay, ¿será que la sombra de
la corrupción sale de Castellón, pero para instalarse en Valencia?
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