HAY VIDA. Esa ha sido la sorprendente certeza a la que
han llegado muchos empresarios en las últimas semanas viendo el esfuerzo de
decenas de funcionarios para elaborar la lista de facturas del Consell para el
plan de pagos. No era sencillo: las certificaciones salen prácticamente solas,
pero las facturas… que se lo digan al conseller de Sanidad, Luis Rosado, anchos
y oscuros son los cajones del cínico. Empresas públicas, como Ciegsa, se han
reunido con proveedores y el presidente de la obra pública, Eduardo Beút, ha
constatado que esta Administración, cuando se pone, se pone. Afortunadamente.
Siguiente paso: ¿cuándo se cobra? En el sector financiero se cree muy
complicado que sea antes de septiembre, pero el Consell asegura que empezará a
pagar en junio. La diferencia es crucial, como demuestra la anécdota que cuenta
el presidente del metal, Vicente Lafuente: “cuando pregunto a mi directiva
quien está convencido de llegar a verano con la empresa abierta, nadie
responde”.
La cuestión de los plazos amenaza con enfrentar a hermano
contra hermano, y a padres contra hijos. Ni siquiera la estupenda cortina de
humo para la crisis creada por el Rey desde Botsuana (ay, que de cacerías
monárquicas por la Vall d’Albaida sabe algún apellido empresarial devenido
mediático; y más: ¿por qué esos comentarios maliciosos que ligan la Valencia Summit (conseguida por Urdangarín) a la Copa
América (conseguida por...)?), o la más surrealista lanzada por la Krichner desde Buenos Aires, son
más poderosas que los recelos. Los tienen los empresarios con la banca, los
tienen los subcontratistas con las grandes compañías, los tienen todos contra
Hacienda. Algunas patronales advierten de que a nadie se le paga la deuda de la
formación antes que a los demás, ni siquiera a Cierval. Antes que eso un 30%
para todos. ¿Lo respetará el Consell? ¿Entre las dudas se colarán los sindicatos?
La cosa es que en junio se nos acumula la faena. Empezar
a pagar a proveedores y recibir al nuevo propietario del Banco de Valencia. El
Banco de España consultó a los aspirantes y la respuesta general fue favorable
a que le diera valor a la acción, un verdadero alivio. Y matrícula de honor
para la plantilla. En servicios centrales los administradores del Frob están
forzando la máquina, con jornadas de 10 y 12 horas diarias para desovillar el
laberinto borgiano de sociedades cruzadas, sin saber muy bien cuál es el punto
de llegada. Porque el destino de las empresas creadas junto a decenas de
empresarios locales lo dirá que venga después. Mare Nostrum está dejando claro
que lo suyo es el negocio financiero. Cosa que suena bien en oídos del
presidente de Aguas de Valencia, Eugenio Calabuig, que reunió hace unos días a
su comité de dirección para insistir: “oigáis, lo que oigáis, me voy a quedar”.
Para ir pasito a pasito. De momento, no entra en ninguna oferta por el Canal
Isabel II, pero se está posicionando para encajar después como socio
tecnológico. Suerte.
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