jueves, 24 de enero de 2013

Cambio local

DESDE EL PRINCIPIO de la crisis, a cualquier observador avezado le quedó claro que el gran ‘agujero negro’ del sector público se extiende mucho más allá de la Administración estatal, y de la autonómica con sus grupos empresariales y variopintas instituciones dependientes de ella, que es mucho decir. Sí. El ámbito municipal permanece fuera de control, instalado en el espejismo de Nicolás de Cusa descrito por Borges: “toda línea recta es el arco de un círculo infinito”. La vigilancia de la legalidad en los ayuntamientos está encomendada a un colectivo de interventores sin la consideración del cuerpo de inspectores de Hacienda y sin una instancia superior capaz de imponer su criterio al alcalde de turno. De modo que vulnerarla ha sido tan sencillo como aprobar en el pleno lo que fuera del gusto del jefe, legal o no. Ese ha sido, por ejemplo, el mecanismo por el que han proliferado los asesores de nóminas estratosféricas que tanta falta le hacen al pueblo, cuyo contrato se renueva tras cada cita electoral sin justificación alguna, porque si la hubiera debería crearse la plaza y salir a concurso público, que es como se funciona en el Primer Mundo.
En esas, las corporaciones locales se encuentran en un proceso de excitación tremenda. “Más que cuando salió el plan de pagos a proveedores”, inyección salvífica que ha permitido a más de uno acabar el año con ¡superávit! La causa de la desazón es el proyecto de Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, una de las reformas de fondo que más necesita el país. En ella se plantean, ay, límites salariales y nuevos sistemas de control, además de asuntos conocidos como la desaparición de los entes de menor tamaño. Un debate apasionante oculto tras el éxtasis de corrupción desflorada que nos arrebata los sentidos. Para hacerse una idea del estado de la situación, la banca está refinanciando al ayuntamiento medio a euríbor más 4,5%, peor que a las empresas. Un consistorio conocido presentó oferta hace unas semanas a 11 entidades, y sólo respondieron dos.
La regeneración política, cuyo impulso reclama el clamor popular tras las últimas revelaciones periodísticas, debe tener, en fin, fuerte presencia en el ámbito municipal. Curioso, por cierto, el patrón de Luis Bárcenas: seguía ahí pese a todo. Es más habitual de lo que se piensa. ¿Provocará la compra del Banco de Valencia por Caixabank la salida de algún nombre, incluidos los que se asocian al ex Consell de Camps, de los que tanto saben?

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