jueves, 17 de enero de 2013

Una de miedo

DE PUERTA a puerta, sin que nadie le solucionara el problema. Es conocido que el presidente de Mango, Isak Andic, visitó en personal la sede de la Conselleria de Economía para instalar en ella su rutilante nueva tienda de referencia en la ciudad. Lo que no se sabía era el resto de la historia, según el relato de testigos presenciales aquel día. Como es natural, cuentan, llegó en jet privado al aeropuerto, donde lo estaba esperando su Mercedes. Desde allí se trasladó a la calle Colón, entró en el edificio del número 32, situado frente a El Corte Inglés («mi amigo Juan ya les ha superado») y lo recorrió entero. Tras la visita, se mostró dispuesto a pujar al día siguiente si hacía falta para quedárselo, y a abonar 26 millones al Consell de forma inmediata. Siempre, claro está, que le retiraran el dichoso muro protegido del zaguán. Nada, oye. Una obra con menos menos impacto que el cambio de ubicación de la puerta de entrada al edificio de Apple, cuya fachada también está protegida, realizado con el visto bueno del Consistorio de Barberá.
A continuación, la gente de Mango se puso en contacto con la de un conseller con quien tenía previsto comer Andic. «Si es tan amable, que se acerque a la Conselleria, que está muy ocupado». Ningún problema. El segundo hombre más rico del país, después de Amancio Ortega, dio la orden a su chófer. Una vez en la sede oficial, lástima, resulta que no podía ser. El conseller tenía entre manos asuntos más urgentes que comer con él. De modo que Andic pidió por teléfono que le prepararan el jet privado y se trasladó al aeropuerto. Adieu, mon ami. El resto de la historia suena a leyenda: el conseller y un miembro de su equipo habrían salido al cabo de un rato a almorzar juntos en un restaurante cercano. ¡Esas comidas en comandita de directores generales y secretarios autonómicos que nunca dejarán de sorprender al mundo de la economía real!
Más que un relato de tono ligero, el trato dispensado al dueño de Mango suena a historia de terror en unas circunstancias tan delicadas como las actuales. La moraleja es esta: gestionar, muchas veces no es cuestión de dinero, sino de tiempo y sentido de la oportunidad.
Y ahí están dos retos del ámbito financiero para gestionar: el sainete-provocación ideado por Rafael Soriano para poner a su segundo y hombre de confianza, Antonio Carbonell, al frente de Caixa Ontinyent; y la insostenible red de consejos rectores y obras sociales que pende de unas cajas rurales que han perdido sentido tras la fusión Ruralcaja-Cajamar. En ambas cosas trabaja el IVF, atentos.

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