DESDE ESTAS páginas dimos respaldo a lo que bautizamos
como el Plan Renove de las organizaciones empresariales, impulsado por el
presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, con la
colaboración del grupo de dirigentes reunido en torno a José Vicente Morata
(Cámara) y Salvador Navarro (CEV). Ese apoyo nunca se nos solicitó, pero
convenía dar un nuevo aire al sistema que articula el estar-ahí de los
empresarios en el ágora pública. Dijimos al brioso ex presidente de la Cámara,
Arturo Virosque, que la mayoría pensaba que debía dejar el sillón; advertimos
al cauto ex presidente de Cierval, Rafael Ferrando, de que no tenía apoyos
suficientes para repetir; celebramos el frente único valenciano en defensa de
la candidatura de Juan Rosell en CEOE; e instamos a un cambio en el gobierno de
Feria Valencia, con la salida de Alberto Catalá incluida (algo que todavía no
se ha producido), para que los empresarios recuperaran el protagonismo. En
todas esas batallas, el caballo ganador resultó ser siempre el de González, que
recibió un voto de confianza de muchos, por pura convicción. No obstante, ya al
principio apareció una pregunta que conviene hacerse de nuevo en el ecuador de
su mandato en Cierval: ¿Para qué quería el poder? ¿Qué pretende hacer con él?
A día de hoy, la respuesta sigue sin estar clara. Es
cierto, y no es poco, que la representación empresarial ha ganado en
independencia respecto del poder político. La tarea aún no es completa hoy,
como se ha podido ver en asuntos como el del Palacio de Congresos, pero el
nivel tutelaje pretendido o consentido de otras épocas no existe. Un punto para
el Plan Renove de González. Sin embargo, el mundo empresarial sigue sin
alcanzar la mayoría de edad que otorga la capacidad de influencia, en el Palau
y en Madrid.
¿Qué se espera de González? La Carta de Pedro J. del
domingo podría marcar una senda válida también para la Comunidad Valenciana: al
menos hasta 2020 estamos condenados a convivir con una Generalitat débil en lo
político y anémica en lo financiero. Poco se puede esperar del ámbito
institucional. A la sociedad civil le toca articularse y organizar una
Estrategia 2025 creíble, realista y comprometida. No dependiente de un Consell
que se debatirá entre las hipotecas del PP o las del PSPV, a falta de mayorías
absolutas. Un objetivo a corto: en la configuración de la nueva presidencia de
la Generalitat, sea del partido que sea, debe estar presente la voz de los
empresarios. Influencia. Quizás el papel que el destino le reserva a González,
si de verdad quiere dejar huella.
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