miércoles, 25 de septiembre de 2013

Lectura olímpica

EL RIDÍCULO OLÍMPICO de Buenos Aires tiene el desolador efecto de recordarnos que el problema del bajo nivel medio de la clase política está generalizado en todo el país. La alcaldesa de una ciudad cosmopolita y avanzada como Madrid va y te pronuncia un discurso propio de un púber preuniversitario (perdón, chavales). Si no lo ha escrito ella, da más pavor: que la esposa de un ex presidente del Gobierno consienta que le pasen, y hasta lea en público, tal bazofia, es la medida de la distancia que separa a un sector privado cada vez más abierto a los desafíos globales, de una esfera política alérgica a la meritocracia. Madrid se lo tiene que hacer mirar, pero de verdad. El presidente de los empresarios valencianos, José Vicente González, será la voz de la CEOE en una cumbre sobre el euro en Berlín... porque es el único de los cuatro vicepresidentes de la patronal que domina el inglés.

Esta es la moraleja que sacan los empresarios, presten atención: "No quieren enterarse de que, en el exterior, los españoles somos unos apestados". Vas a la oficina de un banco extranjero y te invitan a abandonarla. Un empresario valenciano se marchó de una reunión con un gobernador latinoamericano cuando éste le espetó eso de "ustedes vienen ahora porque están desesperados". Pero la clase política a lo suyo. A algunos se les salen los ojos de las órbitas con la elite empresarial en Buenos Aires. Dos constructoras, ACS y OHL, y el ubicuo Cerezo. No aprendemos.

Y en las zonas de sombra, en las que confunde lo institucional con lo empresarial, qué difícil es navegar. El presidente del Puerto de Valencia, Rafael Aznar, lo ha hecho durante años, y ahora se encuentra con una denuncia. Acusaciones que han sobresaltado a los miembros del consejo de administración del Puerto. Entre ellos la alcaldesa Rita Barberá y dirigentes como Vicente Boluda y Alberto Catalá. Todos ellos estudiaron la mayor parte de las operaciones que investiga ahora el juzgado, y le dieron el visto bueno de forma directa o delegada. Todos.


En el mundo empresarial se ha pactado ya dar todo el apoyo a Aznar. Y Alberto Fabra se suma a la iniciativa. Pocos responsables se merecen que se ponga la mano en el fuego por ellos como él. Su principal mérito ha sido equilibrar múltiples e impetuosos vectores convergentes: Estado, Generalitat, Ayuntamiento y añadan navieras, terminales, estiba, transportistas... y hasta equipo directivo. El Puerto de Valencia sí se ha batido con éxito en las grandes ligas globales, con un discurso potente, en inglés profesional, en las antípodas del ridículo olímpico. Un respeto. 

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