jueves, 18 de julio de 2013

En Ramadán, a Fabra ni agua

LOS MÁS SUSPICACES debieron pensar que se trataba de una instrucción del ministro Cristóbal Montoro. Ni agua para apagar el sofocante calor norteafricano en las reuniones del presidente Alberto Fabra la semana pasada en Argelia. El Ramadán está para cumplirlo. El Gobierno argelino se quedó una copia de la Estrategia de Política Industrial Visión 2020 que apadrina el conseller Máximo Buch, y a ver si dentro de un tiempo resulta que hemos sido los impulsores de la industrialización de un país que tiene dinero para hacer milagros («a nosotros nos hubiera dado igual pagar la fotovoltaica al precio que les ha arruinado a ustedes»), pero que todavía debe convencer al mundo de que es un lugar estable para invertir. Irónicamente, la Comunidad Valenciana no tiene ni lo uno ni lo otro. A trabajar.
Los empresarios añaden una tercera carencia probablemente más fácil de abordar a corto plazo. Componer una comitiva presidencial con un representante del mueble procedente de Murcia, cuando el presidente de la patronal española es el valenciano José Blasco, y sigue contando, es algo más que un error, atribuible a la responsable de Internacionalización, Mar Casanova, por acción o por falta de vigilancia. Indica que en los altos niveles del Consell no se conoce a un sector clave en la industria (y la hábil Amparo Bertomeu, de Anieme, lo sabe aprovechar). Lo cual ha sido la gota que ha colmado la paciencia de Blasco. Y su malestar se suma al de más dirigentes de base. Es un clamor: el presidente debe colocar a 10 profesionales números uno en las 10 secretarías autonómicas y direcciones generales de las que depende que salgamos de la crisis. Y en el resto de puestos, que haga lo que quiera.
A pesar de todo, la salida al exterior para reuniones potencialmente productivas, y no para la melosa fotografía del pasado, está siendo uno de los puntos a destacar de la etapa de Fabra. Hay tanto terreno que recuperar, que los avances todavía parecen pequeños, pero esa tarea había que hacerla. No de otro modo, sino viajando a Alemania, se trata de reconducir una crisis como la de Galmed, cuyo desenlace final se dirimirá en el juzgado (debe explicar al juez por qué destruye 165 empleos siendo rentable)… o no. Porque las multinacionales, las alemanas especialmente, tienen una forma peculiar de solucionar estos temas, se dice ya por aquí. El ERE no es problema. Los trabajadores (sólo 33 de ellos tienen menos de cinco años de antigüedad) recibirán una oferta que no podrán rechazar.

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