viernes, 12 de julio de 2013

De la nueva tarea del líder, intranquilos por los ERE y los cambios en las sedes

EL MOVIMIENTO centrífugo es poderoso. En este mundo heterárquico y reticular, todo huye hacia sus raíces, desde empresas a partidos políticos, también patronales y sindicatos. Y lo complicado no es encontrar la forma de revertir el fenómeno, sino ser capaces de asumir la nueva tarea del líder en un entorno incómodo con las jerarquías. UGT-PV nos ha dado hace poco una prueba elocuente. Ningún candidato a dar el relevo a su secretario general, Conrado Hernández, que ganó por la mínima en un congreso contra sí mismo. Con habilidad de veterano, Luis Lozano le prestó los votos de Servicios Públicos, sin los que el sindicato se hubiera encaminado hacia una gestora. Nadie quería el puesto de Conrado, y ahora él prepara una última estrategia para no ser un dirigente dirigido. ¿De qué sirve ser secretario general en un tiempo en el que resulta una temeridad tratar de marcar la agenda pública, de qué reinar sobre el espacio hueco que las federaciones no quieren ocupar? Y la reflexión sirve igualmente para los empresarios, que se resquebrajan allí donde es mayor la resistencia a asumir el cambio de paradigma. Alicante y Castellón, incapaces de seguir los pasos de sus sectoriales, quebradas, desovilladas. Sólo algunos hallan su lugar como líderes.
En un par de meses se habrá resuelto una parte sustancial de los problemas financieros de los agentes sociales, cuando llegue el dinero del FLA. Queda la devolución de la voluminosa deuda suscrita estos años para no morir ahogados, hipoteca de sedes mediante. Además, asoma el caso de las ayudas públicas para planes de prejubilación y el papel de las gestoras, que merece aclaración después de que un líder sindical reconociera por primera vez a EL MUNDO que «nos ofrecían comisiones del 0,5-0,75%». Algunos de los que participaron en la negociación de los ERE hablan estos días entre sí. La expresión «maquinaria del País Valenciano», en el sumario de Mercedes Alaya, no tranquiliza. Pregunta de almuerzo: «¿Crees que hay materia para que nos investiguen?»
Y cambian de inquilinos la sede del Banco de Valencia y la torre de control del Aeropuerto. La primera, se pone de reforma. Con mucho menos personal (alto, por cierto, el índice de recolocación), afloran metros cuadrados, lo que da para pensar en cosas nuevas, tal que un Caixaforum. La segunda nos conduce al derroche de más de 20 millones en un centro de control de Manises con el que Aena no sabe qué hacer: no tiene dinero ni para trasladarlo a Barcelona, como quiere, ni para ponerlo en marcha. Sobra.

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