jueves, 4 de julio de 2013

Del chollo inmobiliario, las banderillas negras de Fabra y la Inspección en Lladró

«ES UN CHOLLO comprar edificios». Lo reconocen desde intermediarios hasta despachos de arquitectura. Pero el dinero sigue embalsado y vigilante. Desde septiembre, muchos bufetes pasan informes a potenciales compradores, en su mayoría latinoamericanos, también rusos, árabes y chinos. Un judío argentino sacudió el mercado en enero al quedarse inmuebles del Santander, en Sollana y Barón de Cárcer, con una rebaja superior al 70%. Venía con el dinero líquido en mano, claro. Pero la tónica sigue siendo la prudencia. ¿Por qué? Por esto: No se fían de los políticos.
Un empresario volvió aturdido de Castellón tras el fin de semana. En una velada con representantes de la construcción y la cerámica la conversación giró en torno al president Alberto Fabra. Los azulejeros no están contentos con su gestión. Es todo un síntoma que los mismos que dieron la cara por él ante Rajoy proclamen ahora que el «rey anda desnudo». Acosado por su partido y sin entrada en Madrid. Y la confidencia viaja de boca en boca por todas las mesas de la economía, ya sean patronales o sindicales, incluso instituciones con presidente designado por el Consell. Hace falta que Fabra ponga ya sus banderillas negras, presente un proyecto de Comunidad y marque la raya en el suelo, a modo de Pizarro: «Por aquí se va al Perú a ser ricos, por allá a Panamá a ser pobres». Sólo «los 13 de la Fama» le siguieron, pero cayó el imperio Inca.
No ayuda que en este tiempo Fabra no haya mostrado interés por el aggiornamiento de los primeros niveles de la Generalitat. Ejemplo: Dos áreas clave, con este paro histórico, son Empleo y Trabajo. Sus titulares se llaman Fernando Díaz Requena y Rafael Miró, un alcaldable para Alcoy este último, se dice, al que la última reforma laboral le quita mucha carga. Sí. Desaparece el marrón político de decidir en los ERE, pero la alternativa está siendo judicializar los ajustes de empleo. Lo cual agota. Y en estas nuevo plan de formación del Consell, basado en criterios de empleabilidad. Estragos. El metal se divide, para dar una línea propia al automóvil. Y, ojo, se esfuma la línea de la construcción.
Pero aún hay más: a la Inspección le ha dado por revisar los acuerdos laborales fimados en los últimos años, aunque lleven el visto bueno del propio Consell, si suponen un esfuerzo reseñable para la Seguridad Social. Tan rentable es recaudar más como pagar menos, oye. Y han preguntado en Lladró por aquel salvífico ERE de los fijos discontinuos. Bueno, pues que no está tan claro. En fin, este 2013, tregua. Pero 2014 se da por asumido que habrá que revisar el acuerdo de la porcelánica.

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