lunes, 25 de marzo de 2013

Últimos días

LOS DÍAS PREVIOS a la última junta general de accionistas del Banco de Valencia definen el estado real de la salud de nuestro tejido económico y así nos va. Tal que de los errores debemos sacar enseñanza y también con ellos se construye estrategias. He aquí algunas anécdotas ilustrativas. El ya ex director general, José Antonio Iturriaga, al que sus colaboradores en el banco definen como alguien de naturaleza biliar, con una habilidad gestora que parece más bien cuestionable, pero dotado de firmeza gobernante, hizo que (casi) todo su equipo directivo firmara un documento en el que declaraba que la responsabilidad de toda la información que le había trasladado es exclusivamente suya. Es decir, Iturriaga se ha cubierto bien las espaldas, aviso para navegantes.
Motivos para dudar de la capacidad de gestión del hasta hace poco hombre fuerte del Banco de Valencia y, por extensión del Frob mismo, no faltan. Los sindicatos elevaron a Iturriaga la misma semana de la junta general una carta advirtiéndole de que el ERE para 795 personas que habían pactado, pues mira, que no va a poder ser. La trampa quedó al descubierto en el plan de reestructuración aprobado por Bruselas el 28 de noviembre del que tanto hemos aprendido. Y no se trata del engorroso debate sobre si 50-50 o 50-90. La clave está en que lo que firmaron el Frob y La Caixa es que la plantilla que debía reducirse a la mitad es la que existía en el banco a... ¡31 de diciembre de 2011! Vamos, que al ERE le sobran todos los despidos forzosos, los 290. O al menos una parte sustancial de ellos. Caixabank ya lo sabe y va a tener que arreglar el entuerto del Frob. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: si no llega a hacerse pública la parte no confidencial del plan de reestructuración ¿se habrían destruido 300 empleos inútilmente y nadie habría dicho nada? ¿Ha actuado el Frob de forma irregular a sabiendas?
Y se celebró la junta de accionistas. Cuántos de los ejecutivos que intervinieron de asesores de Iturriaga podrían dejar la entidad pronto. Entre ellos no estuvo en el Palacio de Congresos Alfonso Monferrer, incluido en las querellas, a falta de saber si imputado o no. En la mesa presidencial, José Vicente Morata, que ha ligado quizás con excesivo riesgo su imagen personal e institucional, como presidente de la Cámara, al infausto destino del Banco de Valencia. Y en el aire, aunque lejos de allí, los dos nombres que verdaderamente han revuelto el patio empresarial levantando las alfombras, pese al protagonismo inmerecido de Iturriaga: uno ya conocido, el ex administrador del Frob José Manuel Oliver, otro revelado por EL MUNDO, el inspector del Banco de España y ex empleado del IVF, Vicente Salinas.

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