domingo, 24 de noviembre de 2013

Noche amable

OLVIDEN POR UNA DÉCADA al sector inmobiliario. «Cuando empezó el boom del 2000, aún nos quedaba producto de la crisis de los 90 por vender», dice un ex consejero de Bancaja. Sólo podrá aspirar a financiación quien acuda a la banca con el 70% de la promoción ya vendida, y los notarios y registradores coinciden: «No es que los precios hayan bajado un 38%, es que se paga un 38% de lo que valían». En fin. Olvídense del ladrillo. De modo que aquí estamos, en un momento crucial, con el futuro a la espalda, perdidos en la sombra de nuestras propias ruinas. Y no queda otra que hacer de la necesidad virtud, esta puede ser la «noche amable más que la alborada» de San Juan de la Cruz, esta generación lleva la impronta del ave fénix.
Así suena ya el discurso empresarial en los cenáculos valencianos, que han demostrado ir dos años por delante del debate político. Con una financiación autonómica aceptable, y liberada de los lastres presupuestarios de RTVV y demás frivolidades del ex presidente Camps, el hombre tras la máscara veneciana que mira sin ser visto, la Generalitat podrá centrarse en la digestión de la elefantiásica deuda acumulada, y generar margen para invertir. Otros, igual de arruinados, alardean de salvar los muebles, pero seguirán atados a hipotecas que el Consell ya no tiene.
El liderazgo empresarial dependerá de la capacidad para anteponer el interés general a los protagonismos. Hay quien propone una buena selección de directivos, el futuro está en manos de los gestores, la dedicación que necesita la reconstrucción es absoluta: Enrique Soto (Feria), Javier López Mora (Cierval), Ricardo Miralles (CEV), Jorge Linares (Cámara), Diego Lorente (AVE). Alguno podría necesitar relevo. El renacimiento es el paradigma.
Entre lo que hay por venir, dos apuestas serias: El presidente de la patronal valenciana, Salvador Navarro, podría ser el perfil idóneo para la integración de todos en Cierval. Lo ha hecho en su casa con Cepymev. Y después está Caixa Ontinyent. Ay, los Soriano. Han sido capaces de convencer al mundo (¡hasta al Follonero!) de que lo suyo es fruto de la prudencia y la inteligencia. Y que nadie mire la composición del consejo familiar. Ya tiene mérito. La Ley de Cajas podría forzar nuevas elecciones en primavera, y es la única entidad financiera no cooperativa que nos queda. La única que puede dar comienzo a un nuevo banco de base empresarial. Porque lo que haya que hacer deben liderarlo los empresarios, fuera políticos, y se debe conseguir por la vía del convencimiento. La gran tarea empieza en Ontinyent. Así se ve en Valencia.

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