jueves, 24 de octubre de 2013

Modo pánico

EN MADRID las apuestas se inclinan por que Sheldon Adelson hará público que su proyecto de Eurovegas no recala en España. Aún queda un margen para la esperanza, el que está exprimiendo Ignacio González y todo aquel que puede mover algo. Pero se ve difícil. Si finalmente es que no, «Madrid entrará en modo pánico». Lo dice alguien que conoce a fondo los cenáculos de la capital, «la locomotora española tendrá que decirle al resto del país que no es capaz de crear empleo a corto y medio plazo», al menos el suficiente para una sociedad con 3,5 millones de parados, porque, y ahí está la clave de la historia, «sin Eurovegas se acaba la vía de la economía financiera, y sólo nos queda reconstruir la economía productiva», y ese no es un camino sencillo: «¿Quién va a invertir en España?» El capital entra, pero atraído por los bajos precios. No es inversión transformadora. Esto es el rastro.
La Comunidad debe crear 400.000 empleos para situarse al nivel de una región avanzada media, 325.000 si obrara el milagro de aflorar la mitad de la economía sumergida. Hagan un cálculo: una empresa de tecnología madura como Ford ha invertido 800 millones de euros para conseguir un incremento neto de un millar de personas. A 800.000 euros el puesto de trabajo. En el sector servicios y construcción el ratio es menor, pero ya sabemos que ambos son mucho más sensibles a los ciclos. Una estrategia a largo plazo debe basarse en la reconstrucción de esa rama productiva que empezamos a abandonar en los 80. En el caso de industria con tecnología avanzada, la inversión necesaria para crear un puesto de trabajo se estima entre el millón y los 10 millones de euros. En definitiva, sólo en la Comunidad, para llegar a tasas de paro aceptables, harían falta un par de cientos de miles de millones de inversión. Esa es la realidad. En tal escenario, el déficit de financiación de la Generalitat, siendo un asunto de extrema importancia, suena a cuestión menor. La máxima, principal, irrenunciable, absoluta prioridad es movilizar la inversión, privada, pública o del Espíritu Santo.
No nos quieren. No somos un territorio fiable. Al más alto nivel, al nivel geoestratégico. Restaurar ese crédito internacional debe ser la prioridad política y de la sociedad civil. Constituye el gran desafío de nuestra generación. Si no se consigue, no lo duden, nuestros nietos no tendrán el mismo nivel de vida que nosotros. Las resistencias son enormes. Dicen en Ribera Salud que los socialistas madrileños les advirtieron por burofax de las consecuencias de presentarse al concurso de los hospitales de Madrid. Pánico.

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