sábado, 13 de abril de 2013

Cortocircuito

LO NUNCA VISTO. Profesionales con prestigio ganado en primeros despachos de Valencia, renuncian a una parte sustancial de su caché y dedican tiempo al sector público, a la greña. Esto qué es. Los tres liquidadores de RTVV son el último ejemplo de un fenómeno que rompe con la inercia de tantos años en los que la lealtad puntuó clarísimamente por encima del mérito. Ahora que se cuentan con los dedos de la mano de un mutilado los altos cargos recolocados en el sector privado, Alberto Fabra ‘vende’ el servicio público como un reto. ¿El secreto? En determinados ambientes el prestigio profesional de recomponer esta maltrecha Administración vale más que el dinero. Y los contactos, claro. El presidente en persona ha hablado con ellos, y su mensaje es un cortocircuito: ya no pedimos carné político. No se abrirá la puerta al enemigo, claro, pero quién sospechaba que esto fuera posible.
Hace falta pulso profesional para rearmar la estrategia del área de Trabajo en el Consell, en injustificado ostracismo. Las relaciones con los sindicatos deben mejorar. Hay muchos indicios de que el escándalo de los ERE de Andalucía tuvo su rama valenciana, como sucedió en prácticamente todo el país. Vitalia era mucha Vitalia, oye. Y CCOO-PV nos permite calcular que en 2009 su estructura llegó a rozar los 550 trabajadores, incluidos los contratos de formación, lo que la situaría en el puesto 80 del ranking por empleados. Pero las circunstancias ahora son muy distintas. Hasta Salvador Navarro, de la CEV, pidió a Conrado Hernández y Paco Molina que le apoyaran en Madrid con la SGR. «¿Pero no será peor si llamamos nosotros?», le respondieron. Hasta el conseller Moragues puso fin al estilo Vela, cuando los empresarios amenazaron con demandar por la formación, hartos de que «azoten a los sindicatos en nuestro culo».
Y consumado está. El Banco de Valencia se va, pero su crisis se queda. El hachazo de las preferentes y deuda subordinada ha tenido un efecto revelador. Resulta que muchas empresas afectadas movilizaron a sus abogados para asaltar los despachos de la entidad valenciana que fue. Y los propios directivos comenzaron a cantar. Les queda tan poco tiempo en la casa que ya da igual. Y ya está en boca de todos el dato del 10%, la ‘mordida’ por refinanciar o aceptar daciones en pago. Y la pista del agujero de Banco Valencia conduce a Suiza, donde las versiones varían entre los 100 y los 200 millones guardados por algún protagonista de la historia. A la espera pues de una comisión rogatoria.

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