sábado, 25 de agosto de 2012

Ecos y síntesis


EL PASO DEL TIEMPO, vaya si cambia las cosas. En el mundo empresarial nadie discute ya la oportuna puntualidad de la causa de los trajes, el proceso que retiró a Camps de la vida pública hace un año. Cuando es visión compartida, con Lope, que "humildad y necedad no caben en un sujeto", para muchos supone un consuelo en esta crisis brutal no tener al frente al ex president de los delirios. Aunque para los desmemoriados ahí están los deslices de Rita Barberá de las últimas semanas, que suenan a eco del pasado. Su última ocurrencia, la de plantar cara a la cremà en lunes, dejó estupefactas a nuestras dos grandes cadenas de supermercados. "¿La alcaldesa, con quién va?" (¿Y Rus?, ¿paga lealtad o compra información de Blasco?).
En realidad, con quién va la Administración toda. No se entiende a qué espera Fabra para hacer la crisis de gobierno. A finales de la semana pasada los rumores sobre el Consell de seis consellerias eran fuertes. Pero nada. En estos tiempos confusos cualquiera que tenga capacidad sintética y ponga orden puede descubrir oportunidades donde aparentemente sólo hay caos. Es el caso de la reestructuración del sector público. La Conselleria de Máximo Buch dice haber recibido ofertas por una decena de sus empresas. Convendría que aprovechara para casar las necesidades de liquidez de la Generalitat con el interés de muchos por encontrar nuevos negocios en los que diversificar. Hay proveedores (sí, valencianos también) cuyos estados financieros han recuperado algo de tono tras el plan de pagos. "¿En qué negocio me puedo meter?", se preguntaba hace unos días un destacado apellido empresarial.
Se echa de menos, y el sentimiento no es nuevo, que además de diálogo haya negociación. Los casos de corrupción están siendo utilizados hábilmente por las grandes constructoras nacionales para ganar contratos que tradicionalmente se adjudicaban a empresas locales. Tal que la urbanización de Ruzafa. Hay miedo a hacerse la foto con los de aquí, no sea que después te metan en un lío. Y tampoco es eso, ni Barberá tiene que decidir el futuro de la dársena sólo con FCC, ni la consellera Bonig resolver la cuestión de las infraestructuras con los gigantes de Madrid. En un momento tan delicado como este cotizan las alianzas, porque motivos para el disgusto nunca faltan: ahora, la negativa de algunas entidades financieras a seguir pagando el confirming. Sí. En tres meses, más de 13 millones impagados a los contratistas.

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