miércoles, 29 de enero de 2014

Liderazgo 'soft'

ESTO DEL LIDERAZGO empresarial soft  tiene su cosa. Uno, que es defensor a ultranza de la cultura colaborativa, a veces echa de menos el golpe encima de la mesa, las banderillas negras. Dentro de un orden, claro. Con ánimo calmado llegó José Vicente González a la presidencia de Feria Valencia y la Generalitat le pasó el manual de instrucciones: la deuda de la ampliación la pago yo, pero tú te ocupas de hacer rentable la casa. Díficil va a ser desgraciadamente evitar un nuevo ERE después del macrocertamen Cevisama-Habitat. Ojalá no. Lo de constituir dos sociedades, una patrimonial y otra comercial, es algo más que un planteamiento teórico. A día de hoy, si se presentara la oportunidad de atraer al accionariado a un inversor, una feria extranjera, por ejemplo... ni lo dudéis José Vicente y Enrique Soto, cuando cuadren los números y se vislumbre un ejercicio sin pérdidas de explotación hablaremos del aval de tres millones de euros, insiste el conseller Moragues, y a mí no me mires que Bruselas no me deja pasar una, ¿sabes que la Sareb, el banco malo, se negó a aceptar los créditos en los que aparecía como avalista la Sociedad de Garantía Recíproca (SGR)? Ni agua.
El guión es diferente en el Puerto de Valencia. Allí la contraparte del presidente de Puertos del Estado, José Llorca, no es Rafael Aznar, sino el naviero y presidente de AVE, Vicente Boluda, a quien se le atribuyen precios de remolque muy superiores a los del Norte de Europa. De ahí que Llorca quiera dinamitar el muro en que piensa que se ha convertido la normativa actual, que tapona la competencia, para forzar a Boluda a bajar precios. Pero el problema es que si se reducen los ingresos del remolque español, la ola de deuda del naviero parece mucho más grande. Y entonces la cosa adquiere ya tintes personales. En cuanto a los juzgados, Aznar está convencido de que todo quedará en una mala noche de pesadilla. Alberto Fabra no mueve ficha para relevarle, un gesto de agradecer. Bien pensado, poco sentido tiene poner, es un decir, a José Vicente Morata, o a otro dirigente dispuesto a mantener la línea de trabajo actual, para año y medio que queda hasta las autonómicas.
Y para liderazgo soft, el de Conrado Hernández en UGT. Hasta qué punto el sindicato quiere frenar la sangría de informaciones sobre presunta contabilidad B, que se optó por no sacar a la luz supuestos recibís firmados de puño y letra por el líder de una destacada federación pese a que, de haberse publicado, habrían evitado su renovación. La financiación sindical, en la cara oculta del sistema.

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