lunes, 20 de enero de 2014

'Efecto Pescanova'

LOS EMPRESARIOS lo llaman el ‘Efecto Pescanova’ y viene a ser lo último en el sector financiero. Se basa en la desconfianza creciente en los informes de los auditores, que no siempre la imagen fiel de las cuentas coincide con la real, dicen. Y si no, mira el lío que tienen montado en Galicia. Una voluntad de apariencia, la de las auditorías, que nuestra cultura extendió hace tiempo, ay, a todo el lenguaje. Escribe Steiner: lo que dota a la palabra rosa de su fuerza vital es, según Mallarmé, «l’absence de toute rose». Esta duda posmoderna, que ha sobrevenido en tempestad para los banqueros, obliga a las empresas a un streeptease patrimonial mayor si cabe. En la práctica: el dinero que tiene en banca de inversión —y quien dice banca de inversión, dice Suiza o Luxemburgo— me lo deposita aquí si quiere el crédito. Y cada vez hay menos grifos.
No genera entusiasmo la cosa. A pesar de eso, algunos planean un retorno que parecía imposible. Los promotores-constructores, ¿se acuerdan de ellos? Muchos no están tan muertos como parece, y eso que los que tenían deudas con Banco Valencia, Bancaja y CAM, es decir, todos, se las ven con la Sareb, en la sala de espera de los fondos agresivos. Pues dicen que es el año de invertir, este 2014. ¡El año de invertir! En producto en costa, con salida en los mercados con liquidez, los europeos y el ruso. Pocos promotores tienen cash, pero el sector ofrece know how, oro puro, creen, para escarbar entre la morralla.
El asunto pasa por poner fin a las hostilidades con la banca. Las cartas boca arriba: hay producto con potencial en los colaterales de muchos préstamos y no todo el suelo irá a plantar cebollas. Claro que hay plusvalías por venir, ¿y se las van a llevar todas los americanos? A cambio, un poco de por favor: si un empresario te da como garantía para renovar el crédito hasta las hojas de la maquinilla de afeitar, no es estético ejecutarle fríamente o enviar su cuerpo a la Sareb. Haberlo pensado antes de pedirle garantías personales. Según algunos, hay motivos incluso para ir a la Justicia. Luego, entre vender promociones con litigios y entenderse, lo que sea mejor.
Y en esta tierra tan rumbosa ella, dos cuestiones: ¿Quién espera sacar tajada difundiendo que el conseller Máximo Buch quiere dejar su macrocargo («de eso nada, a no ser que le eche el jefe»)? Y los empresarios se preguntan: ¿Si las licitaciones han caído a menos del 5%, es lógico que la Conselleria de Infraestructuras mantenga edificios llenos y sus gastos de personal suban en 2014? No será por Isabel Bonig, que se vale sola. ¿Es planteable reubicar a empleados públicos? A seguir.

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