jueves, 13 de junio de 2013

Los cónsules se unen y dicen no, falta estrategia para vender la CV y lo que pide Bankia

DISCRETOS que son, pero ojo con la pujanza del Cuerpo Consular de Valencia, que tiene página web y funciona con un grado de cohesión más que aceptable. Algunos se toman muy en serio eso de ser cónsul honorario y te encuentras con una alineación realmente competitiva: Abogados, como el alemán Juan Luis Cervera (Cervera y Ripoll), el estonio José Vicente Morata (presidente de la Cámara de Comercio), el francés Pablo Broseta Dupré, el belga Jorge Martí (Uría) o el chileno Leopoldo López, y empresarios como Vicente Soriano Baños (Brasil) y Ramón Serra de Alzaga (Países Bajos). Un buen elenco de personas con nombre en Valencia, que tienen contactos y ganas de hacer cosas, con interlocutores que mueven mucho dinero, pero mucho, y a los que conviene conocer en un momento en el que la salida al exterior puede significar la diferencia entre la vida y la muerte de una empresa. Hicieron piña cuando se presentó en sociedad el fichaje de Pablo Roma por México, se les puede identificar en actos sociales e institucionales, son capaces de traerse el ministro José Manuel García Margallo, se están convirtiendo en un grupo de influencia nada desdeñable, puerta de acceso a embajadores y fondos de inversión... capaces de decir que no, con una sola voz, cuando la Generalitat les invitó a firmar la cosa del Manifiesto.
Es un motivo de alivio que haya profesionales de prestigio en los consulados, porque hay otras formas de articular la sociedad civil, y ésta es una ingeniosa y efectiva. La prueba está en la visita de Isabel Bonig hace una semana a Londres, que puso mucha voluntad, pero demostró que aún falta una estrategia potente para reposicionar la marca Comunidad Valenciana. «¿Y cuánto presupuesto tienen ustedes para comunicación?», les preguntó un directivo inglés. ¡Presupuesto! ¡Comunicación!
El sector financiero vive hoy un día de luto por la desaparición del Banco de Valencia, cuya ficha bancaria acabará en ese almacén de más de un centenar de nombres perdidos de bancos y cajas que fueron y ya no. Los herederos de los fantasmas, y algunos supervivientes, intentan ahora sembrar en el páramo. Bankia y otros se dirigen a los mejores despachos de Valencia para que les ayuden en su labor comercial: «Dime a quién le puedo prestar dinero». Y es cierto esto. Pero los abogados andan en otras, tal que asesorando a fortunas latinoamericanas que buscan desde hace meses chollos en el ladrillo. ¿Por qué no ese gran paquete  de inmuebles que saca a la venta la Sareb, con algo de caviar y algo de morralla, del que una tercera parte está en la Comunidad?

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