viernes, 13 de diciembre de 2013

Fabra y Puig necesitan fontanero

DOS CANDIDATOS, Alberto Fabra y Ximo Puig, ofrecieron una imagen convincente en su puesta de largo en Madrid. En el tren AVE, sentados frente a frente, viajaron los líderes empresariales González, Navarro y Morata, que han tenido la corrección de cumplir con las dos citas. Los tiempos están cambiando. Gustó la valentía de Fabra y Puig al pedir una mejor financiación ante el presidente Rajoy, que debe aprobarla, y el ex presidente Rodríguez Zapatero, que la malogró. Tranquilizó que eludieran el frentismo estéril y optaran por discursos de gobierno.
La relación entre empresarios y políticos adopta hoy esquemas diferentes a los de las dos últimas décadas. Desde Joan Lerma, el PSPV encontró mejor acomodo entre las bases industriales que entre las instituciones de representación empresarial, más cercanas al PP. Ese dibujo ha variado sustancialmente. Patronales y Cámara están presididas por metal, transporte y mueble... pero hay menos feeling con el mundo político que «nunca».
Fabra mantiene un feudo favorable, pero inconformista, en la cerámica de Castellón. En las provincias de Valencia y Alicante le falta un intermediario con los líderes de opinión situados en la base del movimiento empresarial. Y sus correligionarios no están por la labor. Puig intenta tejer un entramado con paciencia y habilidad. La figura de Arcadi España, un hombre llegado del Congreso de los Diputados, es ascendente e Inmaculada Rodríguez Piñero ha dejado huella. En Madrid, Francisco Pons y el incombustible Antonio Baixauli juegan la baza del pragmatismo: Pons tiene buena relación con los portavoces de industria, excelente con Sánchez Llibre (CiU), y gracias a la mediación de Esteban González Pons (PP) se reunió con la ministra de Fomento Ana Pastor para abordar un plan de ayudas a la rehabilitación. Puig ha consolidado sus peones en el empresariado castellonense, como Alfredo Roe y Remigio Pellicer; en Alicante le ayudan alcaldes como Antonio Francés, de Alcoy. Pero el PSPV tiene aún más necesidades que productos en venta.
Los socialistas no tienen réplica en un PP enredado en su propia telenovela, con un desgaste tremendo, en el que varios reman, como Alfonso Rus o Máximo Buch, pero pocos lo hacen en la misma dirección, y algunos abandonan su papel de interlocutor, como José Císcar. Fabra y Puig, con un discurso más en sintonía que sus predecesores con la clase media empresarial, necesitan fontaneros.
Ah, y Vicente Boluda no entra en el comité ejecutivo de la CEV. No lo entendí mal. Iba. Pero ahora ya no.

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